Acuse de recibo
El pasado 24 de junio, y desde Sagua la Grande, Villa Clara, Lázaro Sarduy Núñez preguntó aquí en nombre de los profesores de la escuela de idiomas Julio La Portilla Felipe de esa ciudad, si tenían derecho o no a las garantías salariales adoptadas a raíz de la COVID-19. Lo hacía, pues en respuesta a un tuit enviado al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), este calificó con lugar la reclamación; pero la Dirección Provincial de Educación tenía orientaciones de no pagar.
Responde Andrés Polanco Rodríguez, jefe de Recursos Humanos de la Dirección Provincial de Educación de Villa Clara, que la escuela de idiomas Julio La Portilla Felipe, se abrió en agosto de 2019, con una plantilla compuesta por la directora, secretario docente, administrador y ocho docentes, con contratos por horas. Y de esos docentes contratados por horas, seis reciben remuneración salarial por otras fuentes: cuatro tienen contrato principal con otra entidad y dos son jubilados reincorporados.
En el caso de Lázaro Sarduy Núñez y Manuel Melián Mendinueta, añade, laboran ocho y 12 horas semanales respectivamente. Ambos no tienen otro contrato laboral. Sarduy recibió el pago de los meses que impartió docencia, no quedó ningún saldo pendiente: El salario desde el 16 de enero al 15 de febrero fue de 604,11 pesos; del 16 de febrero al 15 de marzo, 743,53 pesos; y del 16 de marzo al 24 de ese propio mes, 286,16 pesos.
Aclara que a partir de la COVID-19, se suspendieron las actividades docentes, por lo que se decidió no continuar con esa contratación. Sarduy tiene 61 años, y puede desempeñarse en un contrato indeterminado; mas prefiere acogerse a la modalidad del contrato por horas. «Todos nuestros contratados por horas que tienen un contrato principal, reciben el beneficio que le corresponde por su entidad», refiere.
Afirma que Sarduy se presentó en la filial del Instituto Nacional de Seguridad Social y gestionó una ayuda monetaria, avalada por la Dirección Municipal de Educación. Y recibe prestación temporal por tres meses, a partir de mayo, estando en plena facultad para ubicarse laboralmente.
Polanco, cuya carta goza del visto bueno de Mariana Z. Camacho Hernández, directora de Recursos Humanos del Ministerio de Educación, afirma que «el caso fue atendido, y no le corresponde la garantía salarial que solicita al municipio de Educación por el contrato por horas».
Agradezco la respuesta, y solo lamento que el MTSS no haya respondido para esclarecer por qué entonces validó con razón la queja de Sarduy.
Lázaro Manuel Leyva Lazo narra lo sufrido el pasado 9 de julio, luego de haber permanecido en una larga cola para adquirir el pollo normado de la canasta básica en el mercado Victoria de Girón, ubicado en la comunidad militar Hermanos Aguilera del reparto Pedro Díaz Coello de la ciudad de Holguín.
Cuando llegó su turno, entregó la libreta de abastecimiento, y la dependienta le comunicó que ya ese pollo lo habían comprado y estaba marcado en la misma. Él verificó, y estaba marcado. Con la duda, volvió a casa y constató que no lo habían adquirido. Retornó al mercado y se lo explicó a la dependienta, quien le repite que estaba indicado como comprado.
«Yo le comuniqué que si tenía que ver al administrador, o ir a la Zona de Comercio, porque ese pollo no me lo iba a comer nadie. Al final miró con desconfianza al que estaba pesando el pollo, y con cara de desgano y duda me despacharon el pollo».
Al relatarle lo sucedido a unos vecinos, le contaron que a otra consumidora ese día le había ocurrido lo mismo con su pollo; y tuvo que ver al administrador para que se lo vendieran.
Lázaro pregunta:
«¿De quién es la responsabilidad? ¿Estará ocurriendo esto de manera casual o será intencional con consumidores al azar? ¿Podemos asegurar que no han ocurrido hechos similares con otros consumidores aquí, o en cualquier lugar de nuestro bello país? ¿Será que ya ni con este pollo podemos estar seguros?».
Lázaro espera una respuesta satisfactoria desde su vivienda, en calle 1ra. Peatonal 2C, entre 2da. y Final, Edificio 93, apto. 6, reparto Pedro Díaz Coello, Holguín.