Acuse de recibo
El pasado 20 de mayo compartimos aquí la triste historia contada desde la ciudad de Guantánamo por Yelaine Hodelín: una mujer cuya bebé de un año de vida tiene una cardiopatía congénita compleja, por lo que ha sido operada tres veces, además de agenesia del cuerpo calloso y glaucoma congénito.
Refería la madre que por la niña estar con bajo peso, le asignaron dieta. Pero las viandas que corresponden, pocas veces las adquiere por no haber disponibilidad. El 14 de mayo llegó malanga para dietas a la placita El Naranjo. El tío de Yelaine fue a comprarla, y le dijeron que esa dieta se había vencido desde el 30 de abril. No se la vendieron.
Al otro día fue la madre de Yelaine, y el dependiente le dijo lo mismo. La señora le explicó que por la COVID-19 el Gobierno había prorrogado las dietas. Y él dijo que sus superiores no le habían dicho nada. Los presentes salieron en defensa de la señora, aludiendo a que en la Mesa Redonda habían informado eso. Y él respondió que aunque fuera cierto, ya no quedaba malanga.
«A dos meses de epidemia en nuestro país, refiere Yelaine, ¿cómo pueden tener a personas tan desinformadas trabajando con el público? Y mucho más cuando hay niños con diversas patologías que necesitan una buena alimentación.
«Si a las 8:00 p.m. del 14 de mayo quedaba un saco de malanga, ¿cómo a las 7:00 a.m. del 15 ya no quedaba nada? ¿Practicarán la magia a costa de personas enfermas como mi niña, que por negligencia y mucho más se quedó sin el preciado producto? ¿Quién responde por eso? ¿Quién es el encargado de hacerle saber oficialmente que es cierta la prórroga de las dietas? Mientras siga esa ignorancia conveniente, mi niña se quedará sin dieta cada vez que llegue vianda», concluía.
Al respecto responde con rapidez, como requiere caso tan delicado en estos tiempos de la COVID-19, Yohanky Correoso Navarro, director de la UEB Acopio Guantánamo, quien informa que de inmediato se personaron en la unidad comercial, y detectaron que el trabajador que atendió el caso no tiene nada que ver con la venta de dieta a los beneficiarios, pues esta solo la realiza el administrador de la unidad, el cual no se encontraba en ese momento por problemas de salud.
«Es por eso que la explicación de los pormenores de la dieta, refiere, él la desconocía. Y tomándose facultades que no le estaban conferidas dio una explicación que no era la correcta».
Precisa que, teniendo en cuenta el tipo de dieta de la hija de Yelaine (36-ES), sí le correspondía adquirir la malanga, puesto que fue destinado para las llamadas Dietas Especiales (ES).
Añade Yohanky que fueron hasta el hogar de Yelaine, le explicaron lo sucedido y le ofrecieron disculpas. La mujer comprendió, y se comprometieron con ella a que el 23 de mayo le harían llegar los productos demandados.
Agradezco la agilidad en atender el caso y respondernos, y espero que ya Yelaine tenga la dieta de su bebé. Pero esta historia debe servir como lección: En tiempos tan difíciles, la administración de una unidad comercial, claro que puede enfermarse, pero debe dejar bien claros los procedimientos, de manera que no pueda negársele a un inocente bebé lo que le corresponde. Y era preferible, por parte del empleado, un supuesto «libretazo» por humanismo, que una dogmática negación por insensibilidad, aun cuando la clientela le alertara.
Tampoco en la respuesta se esclarecen dos elementos más: uno es el porqué, como plantea Yelaine, muchas veces no adquiere las viandas de la dieta por no disponibilidad. Y el otro, haber averiguado la razón de que, a las ocho de la noche del 14 de mayo había aún un saco de malangas y el 15 a las siete de la mañana ya no quedaba nada. Eso hubiera despejado el margen de suspicacia y sobrentendido que había en la pregunta de ella.