Acuse de recibo
A Omar Rafael Peñalver Flores y su esposa, de 63 y 51 años, respectivamente, les agarró la situación del coronavirus en medio de los trámites desde su anterior domicilio en la provincia de Holguín, para el actual, en Calle 1ra., edificio 11, apto. 2, entre Carretera de Jústiz y Final, Ampliación de Marbella, Guanabo, municipio capitalino de Habana del Este.
Como la comercialización liberada de alimentos se ha limitado con el aislamiento físico, el «salve» al menos son los productos normados de la libreta de abastecimiento. Pero ellos no han podido aún censarse como consumidores en la capital. Viven de ciertas ayudas de vecinos y de alguna que otra compra a altos precios y con colas en las tiendas en divisas. Y la paralización del transporte agrava más su situación, pues se hace imposible desde Guanabo mover las tramitaciones pendientes.
Ellos se personaron en la oficoda de Guanabo, donde los enviaron a ver a la delegada de la circunscripción. Esta les solicitó un grupo de datos que le fueron entregados a mediados de abril. Y ella les informó que su problemática se evaluaba para encontrarle alguna solución.
Ante el paso del tiempo sin soluciones concretas, fueron a la sede del consejo popular, donde les refirieron que había que esperar, pues hasta ese momento no se había recibido ninguna orientación al respecto. Y no estaba en sus manos resolver el problema.
«Hemos quedado en una situación crítica para adquirir aseo y alimentos normados. Y en ocasiones nos han negado la compra de cloro, tan necesario para la desinfección en las condiciones actuales. Tuvimos la oportunidad de ver la última intervención de la Ministra de Comercio Interior en la Mesa Redonda, pero no tenemos aún residencia acá, por lo que quedamos fuera de las posibilidades de adquirir una libreta de abastecimiento según el procedimiento que ella describió. No obstante, consideramos que pueda haber alguna solución».
Omar volvió recientemente al consejo popular, y allí su Vicepresidente le informó que respecto al problema, se había elevado a las instancias superiores una relación con todos los casos del consejo. Y que se conocía que para mayores de 65 años, niños y embarazadas se había encontrado solución, pero que los demás debían seguir esperando.
«En eso estamos, subraya, confiando en que no quedaremos desamparados, y que se encontrará una solución para estos cubanos en su capital».
Jorge Vázquez Villarejo (calle Morales, No. 355, entre Don Tomás y Pasaje B., Mantilla, Arroyo Naranjo, La Habana) relata que el pasado 14 de abril se averió su televisor Samsung de 32 pulgadas, adquirido el 24 de noviembre de 2018 en el centro comercial de 3ra. y 70, Playa, por valor de 429.95 CUC. Y con una garantía de dos años, aún vigente.
El 15 de abril él llamó por teléfono a la oficina de Atención al Cliente de la tienda. Allí le dijeron que el taller donde debía llevar el equipo estaba cerrado. Le dieron el teléfono de un taller de electrónica. Llamó a ese, y le respondieron que solo iban a domicilio para reparar equipos de primera necesidad, como cocinas, refrigeradores y… televisores de más de 40 pulgadas.
Jorge se niega a aceptar que la primera necesidad se mida en pulgadas. Por ello, llamó a Atención a la población del Mincin, y allí le comunicaron que tenía que llamar a la Oficina de Protección al Consumidor de ese Ministerio. Pero este último teléfono, según Jorge, da timbre y timbre y nadie contesta.
«En estos tiempos de pandemia, afirma, en los que necesitamos estar informados, ¿por qué la cadena de tiendas TRD Caribe no habla de la garantía de sus equipos? ¿Quién me puede dar una respuesta?».
A sus gestiones, suma la de su sobrina, quien el propio 15 de abril reclamó en la sección de quejas y sugerencias de la página web del Mincin. El 17 en la noche lo llamaron de allí por teléfono, y le dijeron que en 72 horas le darían respuesta. «Nunca más me han vuelto a llamar», concluye Jorge.