Acuse de recibo
Desde el barrio habanero de Luyanó, Carlos Castro Valdés contaba aquí el pasado 30 de mayo que hacía más de un año le entregaron una receta para adquirir lentes de contacto por prescripción facultativa, pues desde los 16 se vio en la necesidad de usarlos, y hoy tiene 78. Con la receta, fue al laboratorio de lentes de contacto, en 19 y 4, en el Vedado, donde le dijeron que los equipos de confección de los mismos estaban rotos; que llamara por teléfono todas las semanas para saber cuándo comenzarían a elaborarlos.
Carlos no dejaba de llamar, pero el tiempo pasaba. En una de esas llamadas, un empleado le respondió que la culpa no era de ellos, sino del Ministerio de Salud Pública; que si él tenía tanto apuro y necesidad, que se mandara a hacer unos espejuelos. Y Carlos, además del maltrato, seguía en las mismas, aunque su historia fue también reflejada en el periódico Tribuna de La Habana el 9 de septiembre de 2018.
Responde el doctor Carlos Alberto Martínez Blanco, director provincial de Salud en La Habana, que una comisión provincial entrevistó a Carlos y a directivos del hospital Miguel Enríquez y especialistas que allí le atendieron. Y revisó la prescripción indicada.
La comisión concluyó que el especialista que hizo la evaluación oftalmológica no le orientó adecuadamente, pues para la confección de lentes de contacto bifocales no había en el país tecnología que los garantizara. Ni le indicó una alternativa de solución en la reevaluación. Y ya esa profesional está jubilada.
Se constató que en el laboratorio la respuesta dada no se correspondía con la realidad, pues, como explicó antes, para ese tipo de lentes bifocales no hay tecnología en el país, aunque sí para otros.
Afirma que Carlos no logró identificar a quien le atendió, ni a los responsables de la información brindada en sus múltiples llamadas telefónicas. Y confirma que se publicó el caso en Tribuna de La Habana, pero el correo electrónico de Carlos solo reflejaba su nombre, sin sus datos generales, por lo cual fue imposible su localización.
Califica la queja Con razón, pues la comunicación y atención del paciente por el sistema no fueron adecuadas. Informa que se socializó el caso con los directores de hospitales y se hizo una reunión de intercambio y alerta con el colectivo del laboratorio, con señalamiento crítico para que incidentes tales no se reiteren.
Y se confeccionó y entregó a Carlos un par de espejuelos con su graduación, bifocales. Y se revaluó en la consulta de Oftalmología y Contactología para la realización de exámenes de actualización y confección de lentes de contacto de gas permeable, que ya tiene en su poder.
¿No estaban prohibidos pasajeros de pie?
Rolando Rizo Oliva (San Gregorio 114, entre Porvenir y Villoldo, Víbora Park, La Habana) alerta sobre el cuidado que deben tener los choferes de los microbuses ruteros en la capital, y los directivos de esas cooperativas.
«He observado en la línea La Palma-Ceguera, que montan indiscriminadamente pasajeros de pie mientras quepan. Incluso varios de esos ómnibus ya no exhiben el cartel inicial de No transportamos pasajeros de pie».
Sostiene él que si maltratan de tal forma esos ómnibus, dentro de dos meses no tendremos ruteros en la capital, que tanto alivian el transporte.
Cerrada, y sin reparar aún
Caridad González (1ra.A no. 4405, apto. 6, Miramar, Playa, La Habana) relata que el 21 de mayo pasado cerraron la farmacia de 42, entre 3ra. y 1ra. A, en pleno centro comercial La Copa, de ese barrio. Y situaron un cartel que explicaba que se hacía por reparaciones. y se trasladaban los clientes de esa farmacia para la de 7ma. y 42, en el mismo municipio.
«Es lejísimo, afirma Caridad, hay que tomar un transporte para llegar allí, y el perjuicio mayor lo tenemos los de la tercera edad, que somos muchos en esta zona. No es fácil tomar una guagua y llegar a esa farmacia, hacer la cola y regresar del mismo modo».
Se puede entender que una farmacia requiera reparación. Lo incomprensible para Caridad y otros veteranos es que aún a estas alturas, no han hecho nada en la misma. Y sigue cerrada.