Acuse de recibo
Amed Calderín Gilbert (Teresa Blanco, No. 274, entre Dren y Bouza, Lawton, Diez de Octubre, La Habana) viene alertando hace un tiempo en el policlínico de Luyanó, sobre un extraño fenómeno: un desagradable humo gris blanquecino que desde agosto de 2018 está saturando de mal olor las noches en ese barrio, y también en Luyanó y La Habana Vieja, según ha podido averiguar.
El humo, afirma, viene desde el este o noreste, y en ocasiones perdura hasta el amanecer, y deja una pestilente neblina a unos dos metros del pavimento y hasta diez metros de altura. El pasado 24 de abril el sofocante hedor permaneció desde la una de la madrugada hasta las nueve de la mañana.
Aparte de las gestiones en el policlínico, Amed ha llamado a los Bomberos y a la Policía. Y todos dan la misma respuesta: si no informan sobre el origen de ese humo, nada pueden hacer.
«¿Acaso las autoridades no tienen capacidad para estimar un área de la ciudad como posible fuente de este humo cuando ya se sabe el horario (9:00 p.m. a 2:00 a.m.) y la dirección del viento?», refiere. «¿Acaso no se pueden buscar posibles fuentes como un basurero o el crematorio de Guanabacoa? ¿Si bien desde agosto hasta diciembre pasados era perceptible este humo una o dos veces por mes, ahora se siente dos o tres veces por semana. ¿Qué debe suceder para que se atienda esta situación? ¿Debe surgir un brote de infecciones respiratorias o algo peor?», concluye preguntándose.
Pedro Álvarez Cruz (San Nicolás 454, apto. 5, entre San José y Zanja, Centro Habana, La Habana) refiere en su carta que hace más de 25 días una brigada de Aguas de La Habana rompió la entrada hidráulica de ese edificio buscando un foco de contaminación y dejó el hueco abierto.
Ya el pasado 18 de abril los vecinos llamaron al teléfono de incidencias y servicios para denunciar aquel hoyo, el cual, con los días, se fue convirtiendo en un vertedero de basura. Cuando entraba el agua en la noche, se mezclaba con la basura, pues la válvula de cierre de las tuberías que alimentan la cisterna del edificio había sido retirada.
Señala Pedro que la brigada fue el 20 de abril, y no realizó ninguna acción hasta el sábado 27, que cubrió el hueco con la basura adentro. Y los días subsiguientes los vecinos han continuado denunciando la situación a Aguas de La Habana en Centro Habana y al puesto de dirección de la Asamblea Municipal del Poder Popular.
«Ninguna solución se hace presente, tal parece que el problema no tiene cabeza. Evasivas y disculpas, pero ninguna acción concreta. Ahora sí vamos a beber agua contaminada en cualquier momento y, ¿quién responderá? Ya puedo imaginar, un representante de oficina lleno de justificaciones, que nunca controló a pie de obra a sus trabajadores», comenta Pedro.
Se puede vencer la muerte, por empecinada que sea, manifiestan Eduardo Luis Arronte Machado y María Rodríguez Cordero, padres de Yuliet Arronte Rodríguez.
Eduardo Luis y María, residentes en Florencia No. 218, entre San Quintín y Bellavista, en el barrio El Canal, del municipio capitalino de Cerro, cuentan que tuvieron que ingresar a su hija el pasado 12 de abril en la sala de terapia intensiva del hospital Salvador Allende (antigua Quinta Covadonga), con un diagnóstico de bronconeumonía severa bacteriana, enfermedad que se fue agravando con los días, hasta llevarla a estado crítico y tener necesidad de entubarla.
«Después de 15 días de la angustia más grande que nos ha tocado vivir, hoy estamos en sala terminando su recuperación, y todo gracias a los cuatro equipos de trabajo que allí atienden a cualquier ser humano que lo necesite, sin que medie el más mínimo interés monetario y poniendo muy en alto sus capacidades de héroes anónimos de la medicina cubana.
«Llegue a estos aguerridos compatriotas nuestro más sincero agradecimiento por todo el trato que recibimos en cada parte médico. Y le pedimos a la Dirección del hospital y al Ministerio de Salud Pública que les sea reconocido todo el esfuerzo y dedicación con el que desempeñan su labor diaria.
«A los doctores Dianelys Pérez, Adalberto Rodríguez, Jorge Jiménez, Jeovany Quevedo, Lázaro Vázquez, Roberto Davas, Dayami, Silvio, y a todos los equipos de médicos, enfermeros, enfermeras, técnicos y asistentes llegue nuestro más sincero agradecimiento por haber salvado la vida de nuestra hija. A nuestro sistema de salud también nuestro agradecimiento por todos los recursos empleados de forma gratuita. Y a nuestra invencible Revolución», concluyen.