Acuse de recibo
José Manuel Llera García (calle 269 No. 26914, entre 269 y 283, Wajay, La Habana) hace en su carta ciertas observaciones críticas sobre la carretera que sale de la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí, de la capital, que es exactamente el primer contacto visual del visitante extranjero con nuestra realidad.
Señala el remitente que no tiene iluminación pública dicha vía hasta la rotonda de la Cujae, ahora que se está extendiendo el alumbrado con lámparas LED en distintas arterias principales de la ciudad.
Las vallas de contención instaladas en varios tramos de la vía ya están faltando o han sido impactadas por autos que se han accidentado, y nunca se han sustituido. Asimismo los reflejadores que señalan las curvas están en falta, o en otros casos deteriorados, y no cuentan con aditamentos lumínicos adjuntos. Y las señales en el pavimento no reflejan la luz, pues hace tiempo que no se pintan.
Como si fuera poco, no existen en ese trayecto vallas publicitarias que reflejen las bellezas de nuestro país ante los ojos de los recién llegados, o referentes de nuestra sociedad. Hay solo una, oxidada, y sin reflejar imagen alguna.
Sin embargo, Llera reconoce la labor de mantenimiento y limpieza en la jardinería, que hacen los trabajadores de Servicios Comunales, a puro machete. «Deberían tener otros recursos que permitan menos cantidad de personas y que humanicen el trabajo diario», afirma.
Y teniendo en cuenta que es una autopista rápida, Llera señala que se debe resolver el problema de los pases de una vía a otra que en algunos tramos hacen choferes irresponsables, que pueden ocasionar graves accidentes y deteriorar los jardines separadores.
Concluye Llera afirmando que en este aniversario 500 de La Habana, cuando el Gobierno viene haciendo esfuerzos por mejorar la imagen de la ciudad, este tramo debía ser mejor atendido, para que diera un prestigioso saludo de bienvenida a los visitantes extranjeros, y al mismo tiempo la sensación de seguridad a todo el que transite por allí.
Ismael Izquierdo Rodríguez (José Martí 147, reparto Centro, Río Cauto, Granma) alerta de una situación crítica que sufren él y su esposa, y que no percibe la Seguridad Social allí en su localidad.
Refiere que su esposa de 57 años es diabética desde niña y ya tiene la mitad del pie derecho amputado, más una operación interior reciente. No tiene entrada económica. Ellos viven, apenas sobreviven, con los 225 pesos de salario de Ismael, diabético también y custodio de la ONEI en Río Cauto.
Por concepto de medicinas, refiere, gastan más de cien pesos mensuales. ¿Con qué dinero nos quedamos para pasar el mes? ¿Con qué dinero vamos a comprar los alimentos indispensables, sin contar el gasto en jabón, detergente, pasta dental…?
Afirma que en la Dirección Municipal de Trabajo les abrieron un expediente, y les explicaron que lo tramitarían con carácter excepcional para que se les aprobara una ayuda de la asistencia social.
«Cada cierto tiempo —expresa— le preguntábamos a la trabajadora social que nos atiende, y ella hace unos meses respondió que el expediente no lo aprobaron, pues en la casa un medio hermano de mi esposa tiene una chequera de 270 pesos».
Pero el problema, insiste Ismael, es que el medio hermano no aporta nada a la familia, y su esposa no lo puede obligar, pues lo único que hace allí es bañarse y dormir. Ni siquiera está en el registro de direcciones.
«Es como que los compañeros de Seguridad Social no quieren ver los problemas que estamos pasando y darles solución… Lo que quiero es que las autoridades involucradas tomen una decisión justa, y nos aprueben una prestación monetaria con carácter excepcional», manifiesta Ismael.