Acuse de recibo
En los sitios destinados a los pequeños, ¿quién no lo sabe?, debe reinar la armonía y el buen ambiente. Pero esto difícilmente se logre si hay «focos» contaminantes en sus alrededores. La idea viene a cuento a partir de la misiva de Héctor Manuel Suárez Chávez (Francisco Maceo Osorio, s/n, entre Van troi y Martín Argote, Guisa, Granma), quien describe que el parque infantil aledaño a su vivienda lleva mucho tiempo sufriendo los embates de otra instalación vecina...
Al lado del referido parque, apunta el granmense, existe una unidad gastronómica que ha sido tema de análisis en varias rendiciones de cuenta del Poder Popular en la zona. El asunto parte de «la venta de cerveza a granel por pipas, sin existir baños, por lo que las personas se orinan al aire libre y los niños no pueden disfrutar... Sin contar las peleas, donde las piedras vuelan con alto riesgo».
Evoca Héctor Manuel que hace más de dos años, en una de las reuniones donde salió a flote el fétido asunto «se dijo que no se vendería más, pues hay una cervecera a más o menos 600 metros, creada para eso y no se utiliza».
¿Es necesario que se produzcan brotes de enfermedades o sea lesionado algún niño para que las autoridades implicadas tomen cartas en el asunto?, cuestiona el remitente, quien además es especialista en Higiene y Epidemiología y labora hace 38 años en el policlínico Guillermo González Polanco.
Previsoramente Yusladis Torriente Plutín (calle 28, s/n, entre 15A y 15C, Torriente, Jagüey Grande, Matanzas) comenzó desde 2011 a asegurar su vivienda. «Al principio —apunta la lectora— todo muy bien. La mujer que me atendía venía, yo le pagaba y todo muy tranquilo. En 2017 la muchacha me dice que no seguiría con el seguro hasta que no llegaran unos especialistas, los cuales nunca vinieron.
«En 2018 la muchacha me informa que mi contrato queda cancelado por no tener la propiedad de mi casa (el terreno para construir me lo dio la Empresa de Cítricos, pero ellos me dicen que Vivienda es la que me tiene que dar la propiedad y viceversa...)».
Rápidamente acudió la interesada al Director Municipal de la Empresa de Seguros Nacionales (ESEN). Este, refiere, le aseveró que la empleada de marras debería renovarle el seguro, pero posteriormente la trabajadora volvió a plantearle a la mujer que hasta que llegaran los especialistas referidos no se podía hacer nada. El caso es que la matancera, según narra, se quedó sin seguro y en una completa nebulosa.
«¿Dónde está mi dinero? Porque estuve pagando seis años por negligencia de ellos mismos», cuestiona la afectada. Y razona que desde un primer momento la representante de la ESEN debió solicitarle la propiedad de la casa y explicarle que sin este documento no procedía el aseguramiento.
«La única palabra que describe cómo me siento ahora es: “estafada”. Es una falta de respeto y de profesionalidad», se duele la remitente.
¿Qué tiene que decir la ESEN sobre este caso? Por cierto, ¿puede un director municipal manifestar una decisión de la entidad que representa y que luego uno de sus subordinados actúe en sentido contrario? ¿Es esto lógico?
Desde el año 2013, en asambleas del Poder Popular, los vecinos del edificio situado en Villa Nueva No. 15217, entre Real y Cuevas (hotelito), Cojímar, municipio de La Habana del Este, vienen alertando sobre la crítica situación constructiva del inmueble.
Así lo cuenta Bárbara Rodríguez Arañó, vecina del apto 16 (1er. piso), quien expone además que en reunión efectuada en la sede del Poder Popular municipal, el 1ro. de junio último, se comunicó que no se proyecta arreglo próximo para la edificación.
La habanera apunta que «el apartamento No. 1 del ala izquierda (sótano) lo declararon inhabitable y con peligro de derrumbe; encima de este hay dos pisos más de viviendas... Nos preguntamos: ¿Qué medidas preventivas se toman para que las vidas de los (...) habitantes no peligren, y de quién es la responsabilidad si sucediera algo?».
¿Quién responde?