Acuse de recibo
Contra un verdadero pantano de albañales —que entra a su casa y a otras aledañas— lleva alrededor de diez años luchando Caridad Martí López (Calzada de Managua No. 32, entre América y Amargura, Calvario, Arroyo Naranjo), sin ver resultado alguno. «Se lo decimos al delegado, a las instituciones de sanidad y nadie da respuesta, ni vienen tan siquiera a dar una solución», se queja la capitalina.
Por noviembre de 2017, evoca que acudieron a las instancias de Acueducto y alcantarillado, les dieron el número de orden 6/11 y comenzó una larga espera. «Fui a Saneamiento Básico, UTB Sur (no aclara la sigla), me atendió la compañera Maribel Rodríguez, secretaria de la Directora. Vino el carro, pero siguió la tupición», se duele. En otras ocasiones han recibido como contestaciones que el carro de alta presión o la manguera están rotos, que no hay combustible y un largo etcétera.
Y cuando llegan los aguaceros, el problema se extiende y Caridad y sus vecinos deben hacer malabares para entrar y salir de sus viviendas. Lo peor es que ya la pudrición está afectando las tomas de agua potable, en un caserío en que hay niños y personas de la tercera edad, apunta alarmada la lectora. ¿Cuánto más tendrán que esperar para que se resuelva?
Dos años esperando demolición, así titulamos el reclamo de Cesárea Virgen Uria González (Campanario No. 1074, entre Carmen y Rastro, Centro Habana), quien alertó aquí el pasado 10 de abril de la situación existente en el inmueble de Campanario No. 1076, específicamente el apto. 18, del 4to. piso.
Refería la habanera que ese apartamento permanecía en peligro de derrumbe, fatalidad que, de ocurrir, afectaría gravemente a los residentes en pisos inferiores y a la vecindad toda, por donde circulan, por ejemplo, los estudiantes del conservatorio Amadeo Roldán.
Señalaba además la lectora que se habían escrito cartas al respecto, informado a las autoridades pertinentes del Poder Popular municipal y provincial y a la UEB de demoliciones Secons, pero hasta el momento, nada.
Los propietarios del hogar en máximo peligro aguardaban en casa de amigos hasta que se demoliera, para, por esfuerzo propio, levantarlo nuevamente, narraba la remitente.
A propósito responde Namán Morales Musalén, director general de Secons (Servicios Especializados de la Construcción). Apunta Namán que, a raíz de la demanda pública se entrevistaron con la compañera Cesárea y con el vecino del apartamento afectado, y se pudo comprobar que «los trabajos realizados hace dos años se correspondían con la atención del derrumbe que con carácter emergente se suscitó, y atendiendo a la orden de trabajo emitida por la Dirección Municipal de Vivienda (DMV) (…) en aquel momento».
Se constató además durante el intercambio con los lugareños, el estado crítico de la estructura de marras, razón por la cual Secons se comunicó «con la DMV para informarles y pedirles una nueva orden en función de los nuevos alcances. De igual manera, en entrevista con el vecino especificamos la necesidad de retirar los tanques de agua, instalaciones de gas y muebles sanitarios del apartamento para evitar otros deterioros. Y en el día de ayer (24 de abril), comenzamos la ejecución de los apuntalamientos y canalización de escombros necesarios para la continuidad de la ejecución de la obra, lo cual nos parece es la respuesta más efectiva», concluye el Director.
Agradezco la misiva, y supongo que a estas alturas el problema esté totalmente resuelto. Sin embargo, el ejecutivo pudo haber detallado más acerca de por qué en estos dos años y ante los sistemáticos llamados, su entidad no había acometido esta demolición ¿Se requería una orden de la DMV? ¿Había un escalafón de casos pendientes? ¿Tenían dificultades materiales y tecnológicas en la empresa? Nunca están de más las precisiones y aclaraciones. Para eso son estos espacios mediáticos de intercambio ciudadano.