Acuse de recibo
Duele culminar el año con historias como las que cuentan los doctores Jorge Rabí y Jorge Enrique Castillo, colaboradores de la salud que ponen en alto el nombre de Cuba, y al volver son víctimas de extraños «faltantes».
Rabí, quien vive en Calleja 9, entre Zayas y Avellaneda, Morón, Ciego de Ávila, retornó a Cuba en abril de 2017, tras cumplir misión en Brasil. Y había enviado siete cajas, por Copa, y de esta a Iberia. La carga llegó a Cuba a finales de abril, con guía aérea 075/POA/4142-6114.
Después de llamar a Aerovaradero, en agosto le informaron que ya habían liberado tres bultos; días después, otros tres más. Tras varias llamadas, en Aerovaradero le indicaron recoger personalmente los seis bultos liberados y de paso reclamar el séptimo.
Fue el 27 de octubre a Aerovaradero, y quien trabaja con los listados de las cargas le dijo que sin turno era imposible, que viera al de Atención al Cliente. Este adujo que el séptimo bulto nunca llegó, o llegó en otro vuelo diferente al de los otros seis. Que viera al representante de Iberia, y después fuera a otra oficina, con los encargados de procesar la reclamación del faltante.
El de Iberia confirmó que los siete bultos llegaron juntos. Y donde debía hacer la reclamación lo atendió una persona que, a su vez, comparte la oficina con quien informa por teléfono. Le plantearon que mejor viera al jefe, llamado Alejandro, «pues sería imposible recoger los bultos, y mucho menos buscar el séptimo...». Y en caso de no ver a Alejandro, debía formular su queja, y ellos tenían dos meses para procesarla y determinar qué hacer: si decidían que podía recoger los bultos, buscaría los liberados y reclamaría el séptimo.
Rabí optó por ver a Alejandro, y le dijeron que era imposible, pues estaba en un trabajo voluntario en las bodegas. Había atraso con las cargas. Volvió Rabí, a formular su queja. Y le dijeron: «Tú estás bien: tienes seis bultos liberados y solo uno perdido; ayer estuvo aquí un doctor de Guantánamo, a quien le falta toda la carga por liberar. Ese está peor que tú».
Le negaron un teléfono para hablar con Alejandro, y en Atención al Cliente le entregaron la localización de los seis bultos liberados. Él volvió en la tarde para hablar con Alejandro, y el de Seguridad y Protección le dijo que aquel estaba reunido.
Tras esperar tres horas, refiere, decidió retornar a su provincia y aguardar por la solución. En noviembre llamó por teléfono, y la persona que atiende las llamadas le dijo que esa no era la vía, que la información tenía que ser por correo electrónico, o esperar a que ellos lo localizaran.
El 28 de diciembre, cuando me escribió, se cumplían dos meses de su reclamo, y aún aguardaba por Aerovaradero. Sus preguntas son elocuentes:
«¿Cómo es posible que tras seis meses con la carga en almacenes, aún se den el lujo de hacer esperar al cliente dos meses más, solo para procesar una queja? ¿Acaso creen que desde provincia se puede ir todos los días hasta La Habana? ¿Quién me responde e indemniza por el estado de mi carga? Si no aparece el bulto faltante, ¿a quién reclamar?».
Por su parte, el doctor Jorge Enrique Castillo (edificio 2, apto. 5, entre 81 y 83, Junco Sur, Cienfuegos) retornó el 22 de mayo de 2017 de su misión en Angola, y sus 17 bultos entraron al país el 15 de septiembre. El 30 de noviembre Aerovaradero lo llamó para que recogiera su carga el 5 de diciembre. Ese día fue y pagó la suma de dinero por los 17 bultos. Y al dirigirse al almacén 20 le informaron que faltaban los bultos 7 y 14, que traían dos televisores de 50 pulgadas.
Le dijeron que buscara en el almacén del Mincin a Alemán. Y este se dirigió a Juan Peña, quien refirió verbalmente que fueron despachados. De nuevo lo envían al almacén 20, y allí le reafirman que no estaban los televisores.
Le dijeron que hiciera la reclamación. Y al dirigirse al área de reclamación, le informaron que tenían 60 días hábiles para responder, pero estaban demorando mucho más. Y que en caso de no aparecer, le pagarían 360 dólares por cada televisor.
«¿Por qué se pierden esos artículos? ¿Qué está pasando en esa institución? ¿Por qué tanto maltrato al cliente, cuando pagamos este servicio, y bastante caro?», pregunta.
Me despido felicitando a nuestros lectores en vísperas de tantos motivos para festejar. Y ojalá que en 2018 Cuba pueda dar una batida a estos males que corroen el alma de la nación. La batalla entre el bien y el mal va ser fuerte el próximo año. ¡Y no se puede perder!