Acuse de recibo
Hoy, en el natalicio de Fidel, evoco su humanismo y protección a los más débiles, cuando reflejo la carta de Joyce Balaguert Alonso, una de esas cubanas valientes y solidarias, que siempre alertan de los males, abandonos y sentimientos negativos que, curiosamente, se ceban a veces sobre las personas más vulnerables socialmente.
Mientras otros hacen oídos sordos y se ponen orejeras para no complicarse, Joyce, profesora del preuniversitario de San Antonio de los Baños y residente en avenida 29 no. 5201B, entre 52 y 54, en esa localidad artemiseña, denuncia que Milagros, una mujer con serios problemas siquiátricos, se ha convertido en «el disfrute» de personas sin escrúpulos, que la ofenden y agreden. Algo así como aquel «personaje de los trajines» —en la misma localidad— que Silvio Rodríguez evocara hondamente en su canción El Papalote.
La profesora refiere que Milagros anda a su suerte por la calle y responde a estas agresiones con otras, como lanzar piedras y cuchillos, o tirarse frente a los autos en la vía pública. La enferma mental, según Joyce, no recibe atención alguna y ahora está en una franca crisis. Requiere un internamiento siquiátrico, con todos los cuidados.
Joyce acompaña su denuncia con un informe que elevó a las autoridades del orden interior sobre las crueles burlas y azuzamientos sobre Milagros y otra enferma mental de la comunidad, por parte de gente que perturba la tranquilidad con sus instigaciones a la riña y la ira.
Abel Gorguis Rivero y Daniela Pujol Martín (calle 367, edificio 17804, apto. 13, entre 178 y 184, reparto Mulgoba, Boyeros, La Habana) reservaron para disfrutar del 4 al 11 de agosto una estancia en la Base de Campismo Puerto Escondido. Y lo menos que hicieron fue disfrutar.
Cuando llegaron a la base no había agua. Las cabañas, en malas condiciones constructivas, sin baño. Los baños colectivos sin agua, con una fetidez insoportable. Ello provocaba que los campistas se bañaran con el agua de mar, o bajo un tanque de agua potable que es para consumo, el cual era llenado por una pipa una vez al día. Por lo tanto, no había agua para beber.
Los colchones, en mal estado y sucios. La sala de TV, video y juegos siempre estaba cerrada. La piscina no funciona hace años, llena de escombros y yerbas. El local de la cafetería sucio, despintado por fuera y por dentro.
La conservación de los alimentos elaborados en la cafetería es pésima. Los alimentos hay que reservarlos con dos horas de anticipación. Los recoges y los ingieres donde puedas, pues no hay local para sentarse a comer y compartir en familia esta actividad.
Las áreas exteriores, enyerbadas. Los árboles de la orilla del mar, con ramas caídas, lo que contribuye a la suciedad de la playa.
En medio de tan malas condiciones, ellos destacan «la atención y preocupación de los trabajadores de la base; su trato es excelente, pero el personal dirigente no estuvo presente ninguno de los días que estuvimos».
La calificación que dan a Puerto Escondido es de pésima, porque «las fotos de esa base que se publican en la página www.campismopopular.cu no reflejan la realidad, tanto del entorno de la instalación como de las áreas edificadas».
Sostienen ellos que en la agencia de reservaciones no te dicen la verdad sobre la situación insalubre del sitio y del deterioro de todas sus instalaciones.
«Tal parece, afirman, que, como dice su nombre, el lugar está tan escondido, que la Dirección de Campismo Popular no puede visitarlo, pues no sabe dónde se encuentra, y no puede conocer las malas condiciones en que prestan el servicio.
«A esta base lo que tienen que hacer es cerrarla y repararla, porque está situada en un buen lugar; pero no seguir alquilando en tan mal estado y no prestar el servicio por el cual están cobrando», concluyeron.