Acuse de recibo
El 8 de diciembre de 2016, Dayamí Bravo Herrera condenó aquí la incomunicación que sufren los vecinos del batey El Carmen Hernández, consejo popular Juan Gualberto Gómez, del municipio matancero de Unión de Reyes, por lo intransitable del camino que los enlaza con el poblado de Cabezas.
Contaba que hace diez años los pobladores denuncian el desastroso estado del camino: No se puede pasar en tiempo de aguaceros, con la consiguiente ausencia de niños a sus clases de primaria y secundaria. Y lamentaba que los necesitados de hacer un trámite o de asistir a la consulta médica en Cabezas tengan que recorrer a pie la distancia.
«¿Nadie siente ese dolor? ¿No se dan cuenta de que somos tan cubanos como los que tienen la posibilidad de resolver nuestra problemática?», clamaba Dayamí y revelaba: «Varias veces se ha informado que están los materiales, el combustible y el presupuesto para el arreglo. Inician la obra, gastan petróleo y miles de pesos desmontando cunetas y emparejando el camino. Pero el relleno nunca llega, y no saben por qué. La delegada del Poder Popular se desgasta en gestiones. Resultado: al caer el primer aguacero se pierde lo hecho y se pone peor.
«¿Por qué no nos explican con claridad cuál es la verdadera causa por la que no acaban de arreglar el camino? Esta es una zona que produce para la alimentación del pueblo. Y el campesino pasa mucho trabajo para sacar su producto. No pedimos una carretera central, sino un camino que valga la pena», concluía Dayamí.
Ella emplazaba al Consejo de la Administración Municipal (CAM) de Unión de Reyes a responder. Pero han pasado más de cinco meses y el CAM no ha contestado aquí, ni ha explicado el porqué del camino abandonado.
Tenaz, Dayamí vuelve a escribir y cuenta que tras publicarse la queja, en la primera semana de 2017 visitaron su hogar el delegado de la Agricultura en el territorio y el vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular. Le dijeron que no tenían medios para arreglar todo el camino, pero que en febrero se iba a comenzar a reparar los tramos más críticos, antes de que arreciaran las aguas.
El 14 de abril comenzaron a tirar relleno, y echaron las pilas. Y el 22, «en coincidencia con la asamblea de rendición de cuentas», tiraron ocho pilas más. Presente en la asamblea, el director de la Empresa Agropecuaria dijo que «ahora sí lo terminaban de arreglar».
De eso hace más de un mes, dice, y nadie se ha acordado del camino: «Llegaron las aguas y ya no tenemos cómo salir. Estamos cansados...».
«Es muy difícil representar al pueblo cuando no se tiene todo el apoyo de quienes deben hacerlo», sentencia Raidel López Aparicio, delegado del Poder Popular en la circunscripción 71 del consejo popular Heriberto Duquesne, en Remedios, Villa Clara.
Raidel, quien vive en el apartamento siete del edificio dos, en el batey del mismo central azucarero Heriberto Duquesne, relata que allí el abasto de agua no tiene dueño, desde que a la industria azucarera en Cuba se le quitara la responsabilidad de prestar a poblaciones, como esa, servicios de telefonía, electricidad y otros.
«Ese tema ha picado en terreno de nadie», dice. «Mientras la comunidad está sin agua hace alrededor de tres meses, y los inescrupulosos han hecho con ella lo que han querido, las indisciplinas sociales en ese sentido pululan».
La falta de agua, apunta, es planteamiento reiterado en las asambleas del Poder Popular. Se ha denunciado en la prensa provincial, se ha informado a las visitas del Plan Turquino al consejo popular y a otras instancias. Y las máximas autoridades del territorio tienen conocimiento de ello. Pero no se resuelve.
«Ahora que le escribo (16 de mayo de 2017) —afirma— la situación es caótica. El pueblo entero está prácticamente en la calle, tratando de resolver algo del preciado líquido. Y alguna que otra riña ha habido en tal sentido. Todavía no se ha definido con claridad el combustible para acarrear el agua en pipas desde unos 12 kilómetros».
Asegura el delegado que hay en la localidad un pozo que se pudiera explotar y conectar a la conductora principal. Pero no se ha ejecutado, concluye Raidel.