Acuse de recibo
A estas alturas, Hilda Trujillo Baltar debe estarse cuestionando qué distancia real existe entre La Habana y la Isla de la Juventud. Y seguramente imaginará que es una muy grande, a juzgar por cómo se ha demorado un paquete postal entre los dos territorios.
Resulta que el 20 de abril pasado la capitalina (Marqués González No. 108 altos, Centro Habana) envió hacia la otrora Isla de Pinos un paquetico que contenía medicinas, específicamente pastillas y ungüento para los fuertes dolores. Y hasta la fecha de escribirnos, a principios de agosto, el bulto no había arribado a manos del enfermo.
Dicho paquete, narra la remitente, fue enviado desde el correo que está frente a la Terminal de Ómnibus (Habana 6, código 10600). En ese momento me atendió una señora muy amable llamada María Ester. El despacho tiene el número cp001820015cu. (…) En reiteradas ocasiones me he comunicado con la misma persona, he recibido un trato muy atento, diciéndome que eso (el bulto) está en el Centro de Clasificación, que ya se le va de las manos a ella».
¿Cuánto más tendrá que esperar el enfermo para recibir su medicamento, que tanta falta le hace?, se pregunta razonablemente Hilda.
La habanera Beatriz Milán Cabrera (San José No. 954, apto. 20B, entre Hospital y Aramburu) tiene una duda que puede ser también la de otros clientes. Ella ha escuchado en espacios informativos que la pesa que se encuentra en las tiendas TRD es para que el cliente compruebe su peso, sin embargo, «en la tienda Otero, ubicada en Hospital, entre San Miguel y Neptuno, lo pesan para venderlo y cobran por ese peso. En tres ocasiones he comprado, por encima de lo que dice la etiqueta de venta. En este caso (la etiqueta) pertenece al centro de elaboración Tarará. El dependiente me informó que el camión lo deja por peso y no se aceptan mermas», narra la capitalina.
Pero este proceder entra en contradicción con lo que ella ha escuchado en medios de prensa de que «si el peso está por debajo, se paga por ese precio, si no, se paga por lo que dice la etiqueta del centro de elaboración. Me pregunto si las pesas del centro de elaboración están descalibradas o la de la tienda». ¿Qué pueden esclarecer al respecto las instituciones pertinentes?
El historiador y crítico Carlos R. Escala Fernández (Sol 165 e/ Maceo y Masó, Manzanillo, Granma) lleva un tiempo tremendo en una partida ajedrecística contra el burocratismo que pudo haberse resuelto con una movida.
Sucede que Carlos está autorizado a cobrar una remuneración perteneciente a Rafael M. Espinosa Escala, en virtud de ser coautor este último del libro Acercamiento al ajedrez en Manzanillo (1852-2014).
«Espinosa Escala partió a cumplir misión en Venezuela el 26 de junio del presente año y se suponía, o así le informaron después de las muchas gestiones que él mismo hizo desde abril en la Dirección Municipal del Inder, que el pago de 971 pesos y fracción se realizaría al día siguiente, para lo que me dejó el modelo de autorización de cobro debidamente firmado», evoca Carlos, quien añade que por una razón u otra, el trámite se ha vuelto inextricable.
«Una y otra vez a lo largo de las semanas transcurridas he recibido respuesta negativa por parte de los funcionarios encargados de procesar y realizar el pago. La dilación parece deberse a documentos que han sido rechazados en más de una ocasión por el Banco (Bandec, supongo). Pero me veo obligado a cuestionar la eficiencia de ambas partes y la actuación de los que con buenas intenciones me han venido respondiendo desde entonces: “Todavía no”… “Venga mañana”… “Hoy mandamos los documentos”… “Ya solo falta X...”, y hasta han llegado a esgrimir los recientes días feriados como impedimento para que la documentación estuviera en regla y el Banco hubiera proporcionado el correspondiente talonario de cheques.
«Habría que preguntarse: ¿así es como debe estimularse la producción científica en Cuba en cualquiera de sus materias? ¿Es esto lo que merecen nuestros atletas y docentes por su trabajo y contribución a la sociedad?», se duele el remitente.