Acuse de recibo
El batey Lequeitio es un punto perdido en el municipio cienfueguero de Rodas, que ni aparece en el mapa de Cuba; pero allí residen unos 900 habitantes que merecen todo el respeto, y el agua imprescindible para vivir.
Uno de esos 900, Yuniesky Ramírez Outeriño, comenta que en esa comunidad no cuentan con pozo de agua, pues esta no es apta para el consumo humano. Y la Revolución invirtió en una tubería que, desde el cercano poblado de Turquino, trasladaba el agua hacia Lequeitio.
Han sido frecuentes las veces en que el agua ha faltado, refiere el lector, a consecuencia de sequías, por roturas en la tubería y también por responsabilidad de Acueducto y Alcantarillado, y de personas sin escrúpulos, que rompen las conductoras para beneficiar sus cultivos.
«Pero casi siempre se han buscado alternativas, señala. Han llevado el agua en pipas continuamente, abasteciendo el poblado». En otras ocasiones, plantea Yuniesky, se ha reclamado a instancias como el Consejo de Estado, y la respuesta ha sido positiva.
«Pero en esta sequía que hemos pasado, el agua dejó de venir a nuestras pilas, y por pipas tampoco nos está llegando. En realidad, si llega, ¿es suficiente una pipa de agua para 900 habitantes, teniendo que abastecer además la escuela y la panadería? ¿Hasta cuándo pasaremos sed? ¿Es un problema del Gobierno o de algunos funcionarios que no atienden su trabajo?», concluye el remitente.
Olivia Ramírez Argosa escribe desde Prolongación de Camilo Cienfuegos 10, en Levisa, municipio holguinero de Mayarí, para denunciar que a ese poblado hace unos seis meses no llega agua. Y según la respuesta dada por Acueducto, se rompió la llave de paso que abre el circuito donde están conectados. También les han dicho que hay roturas en las bombas.
Según la remitente, han tenido que acudir a otras familias para acopiar algún nivel de agua y hasta aceptar la generosidad de estas para bañarse y satisfacer otras necesidades elementales.
«Conocemos la crítica situación de sequía que tiene la provincia, señala, y la situación económica del país, pero hay cosas como esta que nada tienen que ver con carencias ni economía, y sí con gestión e interés.
«A veces ponemos trabas en problemas que se pueden resolver. ¿Qué puede costar el arreglo de una llave o el cambio de esta por otra, comparado con el descontento que ocasiona en la población?
«No estamos pidiendo que nos pongan el agua con más frecuencia, sino que acaben de solucionar el problema para disfrutar del beneficio del acueducto», finaliza Olivia.
¿Y qué dicen la Dirección de Acueducto y el Gobierno local? ¿Cómo es posible que en tanto tiempo no se haya solucionado, o al menos atenuado, un problema tan sensible y de tanta urgencia?