Acuse de recibo
Alexander Moret García no acaba de entender el sistema de trabajo de Acueducto y Alcantarillado en la ciudad de Holguín, y todos los desgastes que ha asumido él, para que, después de tanto tiempo, esa entidad aún no hubiera atendido su solicitud cuando me escribió.
El 5 de agosto de 2014 el hombre fue a reportar la fosa de su casa, que requería una limpieza. Llegó a esas oficinas a las cuatro de la mañana, por la gran cola que se forma. Logró atrapar el número diez y pagó los 20 pesos por el servicio, como lo demuestra el comprobante que envía fotocopiado junto a su carta.
El 2 de marzo —oh, iluso— Alexander pensó que culminaba la pesadilla de la espera, cuando el carro de limpieza de fosas estaba en su cuadra. Le preguntó entonces al chofer si tenía el reporte, y este le dijo que sí. Oh, iluso Alexander…
Cuando le mostró la fosa, aquel le dijo que las mangueras que tenía no le daban para la longitud de 20 metros. Y que iba a entregar el reporte en la Empresa para que enviaran un carro de los nuevos, los cuales tienen mayor alcance. Todavía Alexander estaba esperando el carro el 2 de marzo pasado, cuando habían transcurrido 168 días laborables de Acueducto y Alcantarillado, desde que reportara su caso.
El cliente se pregunta si tendrá que esperar otros 168 días laborables, luego de que ha tenido que ausentarse infructuosamente de su centro de trabajo en innúmeras ocasiones, esperando el carro que no llega.
El 11 de marzo pasado llamó al teléfono de Acueducto y Alcantarillado. Del lado de allá de la línea, quien le atendió le dijo que su problema tenía que ser resuelto. Pero al insistir Alexander y describir la odisea acumulada, la persona le respondió que la prensa no era quien iba a resolver su problema. Le tomó el número y fecha de su reporte, y le dijo que precisamente por esos días se estaba atendiendo la limpieza de las fosas reportadas en agosto de 2014. ¡Oh, iluso!, Alexander imaginó que a más tardar en dos o tres días se resolvía su problema. Pero el 30 de marzo, cuando me escribió, aún no había aparecido el carro.
«¿Qué sería de este país si todas las empresas fueran tan ineficientes?», se pregunta Alexander mientras sigue esperando allá en su casa, en calle 12 número 13F1-A, entre Constitución e Independencia, en el reparto Santiesteban, de la ciudad de Holguín.
Humberto Benavides (San Manuel 12, esquina a Irene de León, Ariza, Cienfuegos) denuncia que en su barrio están sufriendo de bajo voltaje en el servicio eléctrico hace más de ocho años, fundamentalmente en los horarios «pico».
Precisa que tal irregularidad es conocida por el delegado de la circunscripción y el presidente del Consejo Popular, por el director de la Organización Básica Eléctrica (OBE) municipal y también por el Gobierno municipal, a más de que los vecinos lo han planteado sistemáticamente en las asambleas de rendición de cuentas.
El director de la OBE, refiere, se comprometió a enviar inspectores de la Empresa para realizar las comprobaciones pertinentes. Pero todavía los están esperando en el vecindario, a pesar de que ya ha transcurrido más de un año de la queja.
La situación ya no aguanta más, manifiesta, pues se han ido incrementando las viviendas y se siguen recargando las viejas líneas. El transformador original de 50 KW no puede soportar la carga de más de 73 casas, un centro de elaboración, un restaurante y una casilla; además del taller de reparación de hornillas y ollas eléctricas, que demanda mucha energía y labora hasta las siete de la noche.
Si a la sobrecarga del transformador, apunta, se le adicionan las viejas líneas de transmisión y la distancia en que se encuentran las nueve viviendas al final del barrio, entre estas la de Humberto, que se alimentan por una tendedera, la situación se agrava mucho más.
«Hasta ahora —señala— nadie ha tenido la molestia, por no decir el deber, de darnos una respuesta. ¿Tendremos que vivir definitivamente con ese bajo voltaje?».