Acuse de recibo
Los artistas cubanos, que en su gran mayoría no viven con holgura ni con los bolsillos llenos, también necesitan que se les pague a tiempo el valor de sus empeños, como cualquier otro trabajador.
Mayle Rivas Hernández escribe desde Souberville 1253, entre 26 y 27, en la ciudad de Cárdenas. Y lo hace para denunciar lo que está pasando con el pago de su esposo y muchos otros artistas de la Empresa Rafael Somavilla, de la provincia de Matanzas, que laboran en el polo turístico de Varadero.
Precisa ella que es muy frecuente la impuntualidad de esa entidad en el pago. «Han llegado a acumular hasta tres meses de atraso —consigna—, y a ello cada mes le dan muchas incoherentes razones para justificarlo: que si la casa matriz no hace el depósito, que si los hoteles no pagaron a tiempo. Hasta hay quienes dicen que el dinero que pagan los hoteles por el servicio del talento artístico se destina a los músicos de la capital del país».
Lo cierto y triste, según Mayle, es que esa empresa representa a cientos de agrupaciones de pequeño y gran formato, disc jockeys, tramoyistas, compañías de baile y todo lo referido al entretenimiento diurno y nocturno.
«Ya estamos casi finalizando enero de 2015 —apunta—, y la situación continúa. Todavía no se han puesto al día. Y para cerrar 2014 aún les faltan noviembre y diciembre».
Esos mismos artistas, puntualiza, deben pagar sus impuestos a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), como los trabajadores por cuenta propia. No entiende la remitente que tal morosa irregularidad persista en el tiempo, y no se le haya dado una solución, a pesar de las quejas y demandas de esos artistas.
La Empresa, según Mayle, se queda con el 15 por ciento de los ingresos de cada artista, y ni siquiera es capaz de garantizarles el pago a tiempo y en formalidad.
«Cada agrupación, al menos la que conozco muy de cerca, tiene su propio fondo para adquirir instrumentos, darles mantenimiento a estos y comprar la ropa y el calzado adecuados para presentarse en forma.
«Entonces, ¿qué función cumple una empresa así? ¿Por qué debo estar preocupada cada vez que mi esposo va a cobrar, en lugar de alegrarme?».
Jorge Luis (Avenida de la Libertad 72, Guaro, Holguín) no puede comprender la intransigencia y la cerrazón dogmática en materia de situaciones humanas muy delicadas, como la que tiene con su mamá.
Cuenta que él es huérfano de madre desde los nueve meses de vida, por lo cual su tía lo crió con devoción y amor, como si fuera su progenitora. ¿Quién duda de que es su mamá?
Pues la anciana está muy enferma. Ha sufrido un infarto cardiaco y tres cerebrales, el último devastador. No se mueve, no puede comunicarse, depende absolutamente de los cuidados de Jorge Luis, quien padece de una insuficiencia renal crónica y del corazón y el hígado.
Jorge Luis es licenciado en Contabilidad y Finanzas y labora en la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico Holguín, específicamente en la UEB Nipe-Mayarí. Y solicitó una licencia sin sueldo, pues considera que, dada la situación que enfrenta, tiene derecho a ello, aun cuando sabe que a la larga no le será fácil sobrellevar ese problema, que puede prolongarse indefinidamente. Y la pensión que percibe la anciana es insuficiente para cubrir los gastos básicos.
Reconoce Jorge Luis que no les ha faltado atención médica ni un sillón de ruedas, pero la Empresa donde él labora le niega la licencia sin sueldo, último recurso para mantener un vínculo laboral que no ha perdido durante 27 años. Y le dicen que la única opción es la baja del centro.
«En la Empresa —apunta— carecen de algo: de un buen par de anteojos para desde su altura divisar algo pequeño e insignificante para ellos, que se llama sensibilidad humana. ¿Qué dirían Vilma o Celia al leer esta carta, si tuviéramos la suerte de tenerlas entre nosotros? ¿Será que las leyes cubanas no contemplan la protección de personas que, por circunstancias muy especiales, deben asumir el cuidado de un familiar enfermo?».