Acuse de recibo
Por más que se movilicen y exijan los ciudadanos, cuando las autoridades pertinentes no hacen uso de sus prerrogativas para hacer valer la ley, el orden y el respeto, los indisciplinados toman fuerza y arrinconan a quien tengan por delante.
La historia del abuso la relata la doctora Dalgis Lau Serrano, residente en Pedro Batista 257, entre H. Hechavarría y Saco, en la ciudad de Bayamo, provincia de Granma.
Refiere Dalgis que en su cuadra existía desde hacía 20 años una piquera de autos de alquiler, que constituía una agresión sonora permanente, y no dejaba dormir. Después de muchos años canalizando la queja, al fin con el concurso del delegado de la circunscripción, y la ayuda de la Policía y de representantes de Transporte y los CDR, lograron mudar esa piquera para el costado de la Terminal de Ferrocarriles, donde no molesta a nadie, y solo quedó situar en esa cuadra la señal de prohibición de parqueo.
Durante un mes los vecinos lograron vivir tranquilos y en paz. Pero fue eso, solo un mes. De inmediato la cuadra fue invadida por esos camiones adaptados para transportar pasajeros, los cuales están autorizados a estar en el parqueo de la Terminal.
Pero no, los choferes de los camiones vieron en esa cuadra un parqueo libre de impuestos, y se adueñaron de la calle sin más ni más. Y así, los vecinos de Pedro Batista, entre H. Hechevarría y Saco, comenzaron una nueva batalla, ahora por la señal de no parqueo.
«Nuestro delegado —enfatiza Dalgis— todas las semanas se lo recuerda al Vicepresidente del Gobierno que atiende Transporte, para que mande a poner la añorada señal, hacía más de un año. Y no se ha resuelto nada.
«No entiendo tanta irresponsabilidad, insensibilidad, falta de respeto a los vecinos que, por falta de una señal, sufrimos el ruido estremecedor de los cláxones, los motores, la música y el humo del petróleo, mientras el parqueo de la Terminal está vacío», concluye la doctora Dalgis.
¿Qué dicen la dirección de Transporte y el Gobierno municipal de Bayamo?
Orlando Olano Guevara (René Ramos Latour 58, Las Tunas) acudió en varias ocasiones al hospital Freyre de Andrade, más conocido como Emergencias, en la capital, para acompañar al paciente Lázaro Ibrahim Peña Roche, que se encontraba ingresado allí.
Observador sagaz, Olano captó en esos días el positivo clima de trabajo de esa institución hospitalaria, que quiere reconocer públicamente:
«Profesionalidad y familiaridad de parte de médicos, enfermeras y enfermeros, laboratoristas, auxiliares de limpieza, técnicos del área de oxígeno y jefes de turno.
«Limpieza y organización de sus espacios, tales como escaleras, pasillos, salas y baños.
«Atención destacable del empleado de la ropería ante los pedidos de los acompañantes y de los propios pacientes.
«Encomiable el servicio de recepción o custodia. Todos los empleados con que coincidí eran atentos, amables, solidarios y educados; al parecer felices por atendernos bien; muy diferente a otros hospitales, donde he visto empleados desatentos, sin educación, agresivos con los visitantes y hasta desafiantes, que parecen no comprender que quien acude a un lugar como ese, lo hace desesperado por tener noticias de su familiar.
«De ninguno conocí el nombre. Solo observé la dedicación y la agilidad con que dosifican su labor, que nada tiene que ver con los reglamentos que imponen disciplina, y sin necesidad de extremarla hasta llegar a lo irracional.
«No ha de argumentarse que solo cumplen por lo que se les paga. Allí se ha sembrado una cultura del servir con amor al prójimo; en lo que, seguramente, tienen mucho que ver los directivos y organizaciones laborales y políticas del lugar», concluye Olano.