Acuse de recibo
¿Quién, que lo haya vivido, no recuerda el momento cuando le entregaron su título, en cualquiera de los niveles y espacios de enseñanza, como un instante de particular emoción? Especialmente el pergamino de papel alba que suele refrendar el vencimiento de la carrera universitaria, ¿cuánto orgullo nos despierta, de forma individual, y a la familia completa?
Tal vez, pensará usted, el redactor se decidió hoy a comentar nostálgicas perogrulladas, pero no, resulta que la carta de la matancera Maelys Rojas Abreu (calle Montaña, No. 72, entre B y Final, Calimete) despierta estas remembranzas y otras reflexiones.
Cuenta Maelys que el 17 de mayo último realizó el examen integrador para culminar la Licenciatura en Derecho, el cual aprobó felizmente. Luego de cuatro meses, llegó el instante de la graduación, en el salón Mario Muñoz, municipio de Colón, el 12 de septiembre.
«Para sorpresa de unos pocos estudiantes que aguardábamos con ansia este momento de gran significación, surgió lo que no esperábamos. Muchos recibieron su título, pero a otros, como yo, solo nos entregaron la certificación de estudios terminados, alegando el secretario docente de la filial universitaria de ese municipio que al recoger los títulos todos no estaban, que él personalmente los recogería la semana próxima de la graduación y nos los haría llegar, pero hasta la fecha (29 de octubre) han pasado varias semanas y de los títulos, nada».
Varias han sido las llamadas a la sede —refiere la matancera— para interesarse por si ya están los documentos acreditativos, pero la respuesta es que hay que esperar, que aún no se han firmado. En una ocasión les comunicaron a los interesados que la Rectora de la Universidad Camilo Cienfuegos, quien debe rubricarlos, estaba de viaje.
Maelys decidió entonces comprobar el dato. «Según la compañera del Archivo que me atendió (la Rectora), no estaba viajando, se encontraba enferma, pero los títulos los iba a firmar esa misma semana, que no estaban no por responsabilidad de ellos, sino porque no se lo habían solicitado. De eso hace casi un mes».
El día en que nos escribió, después de haber llamado de nuevo a la sede universitaria de Colón y no haber recibido respuesta, la afectada contactó telefónicamente con la Universidad y le argumentaron que los títulos estaban, pero no los podían entregar hasta que la filial del municipio facilitara el listado oficial, con los nombres de quienes debían recibirlos, pues el listado que tenían en su poder presentaba enmiendas: dos nombres agregados.
También, según le aseguraron a la lectora, «en Colón tenían conocimiento de que para recoger esos títulos debían entregar un nuevo listado firmado y acuñado por la Facultad de Derecho de Matanzas (…). Ahora cabe preguntarse: ¿es responsabilidad del estudiante (…)? ¿Hasta cuándo uno debe esperar para recibir su título después de graduado?».
No es el primer caso de este cariz que ve la luz en nuestro espacio. ¿Por qué seguimos tropezando con el mismo pedrusco? ¿Cuesta tanto organizar la entrega de estos documentos sagrados con todo el rigor que la ocasión amerita? Después de cinco años de esfuerzos, de horas y horas de estudio avaladas por evaluaciones, de trabajo intenso de estudiantes, docentes, familias enteras, personal de apoyo a la docencia…, ¿acaso se merecen los participantes una ceremonia donde falten los pergaminos del conocimiento?
A juicio de este redactor, incluso se debería, en los casos en que no se pueda entregar en tiempo el título, repetir la ceremonia con aquellos que no lo obtuvieron. Ellos también querrán guardar su foto, su instante, su felicidad.
El profe José Alejandro, por quien los lectores preguntan insistentemente, se recupera a ritmo formidable tras su intervención quirúrgica. En las pruebas de rigor los galenos notan un franco avance, aunque le recomiendan que aún espere un poco para reintegrarse a las faenas periodísticas. En gran medida, piensa él, la evolución positiva se debe a tanta buena energía que lo ha acompañado. Por cierto, a nombre del profe y todo el colectivo de esta columna, damos un abrazo de felicitación a quienes impulsan en Cuba, día a día, la proa de la Salud Pública.