Acuse de recibo
El olor que sintió el capitalino Javier Echevarría (calle 250, edificio 3104-06, e/ 31 y 35, San Agustín, La Lisa) no era el del llamado néctar negro; más bien el paquete en cuestión olía a adulteraciones.
Por ello nos remitió rápido su inquietud, acompañada de fotos, y narró cómo los sobres de café que adquirió en el mercado comercial situado en calle 240 y 31, bodega 164, en su zona de residencia, presentaban irregularidades que al cliente se le hacían sospechosas.
Los referidos paquetes venían pegados de tal forma que tenían arrugado el nailon y cuando se abrían, refería Javier, su textura y olor no eran los adecuados. ¿Es problema de la torrefactora o del mercado de 240 y 31?, se preguntaba él, y evocaba que no era la primera vez en sucederle esto, a él y a otros consumidores con los que había podido conversar al respecto.
También sostenía el lector que cuando intentaba comunicarse con el correo electrónico que venía en los sobres (clientes@empresacubacafe.com.cu), los mensajes le rebotaban.
A propósito contesta Antonio Alemán Blanco, director general de la Empresa de Torrefacción y Comercialización de Café, quien precisa que una vez publicado el caso se visitó de inmediato al cliente y la entidad donde se le vendió el producto.
«El compañero que realiza el planteamiento ya no reside en esa dirección (que salió en JR), constatándose que es un familiar el cliente del mercado de referencia. En la primera visita, el propio día de publicación del artículo, no se pudo obtener una muestra del producto ni del envase que motivó la queja», apunta el directivo.
«Con la colaboración de una vecina —añade—, se comprobó que el envase del producto estaba arrugado en un extremo, pero legible totalmente la referencia de la UEB que lo produce y que su contenido se ajustaba a las especificaciones de calidad…».
La comisión que a instancias de la empresa investigó el asunto, comprobó en el mercado de marras que las condiciones de almacenamiento eran correctas. Casualmente esta visita coincidió con la de un funcionario de la empresa de Comercio de La Lisa, quien, de conjunto con los demás evaluadores, hizo un muestreo y solo se encontró un sobre arrugado en el almacén, señala el Director.
«Se aclaró que dichas imperfecciones en el sellado de los sobres se pueden originar de manera excepcional por problemas en las resistencias de las mordazas de las máquinas selladoras, pero no obedecen a adulteraciones del producto. Con posterioridad, se aportó por parte del consumidor un nailon común con 32,6 gramos de café mezclado, supuestamente proveniente de los sobres de los cuales se hizo referencia en el artículo (…). Por ser una muestra tan pequeña no se pudo practicar el análisis físico-químico.
«No obstante, la inspección realizada arrojó un polvo de color pardo oscuro, correspondiente a producciones de la UEB, pero con un grado de envejecimiento de al menos tres meses, que no se corresponde con las producciones y los lotes entregados en el ciclo de distribución al cual se refiere la queja», aclara el ejecutivo.
Aunque la institución no está exenta del actuar de personas inescrupulosas —concluye—, la investigación se realizó con profundidad y rigor, tratando de ser ágiles y precisos en la respuesta.
Agradezco la contestación y lamento que el remitente no haya guardado los sobres originales a los que hacía alusión o una muestra suficientemente evaluable de su contenido. Cuando se pretende detectar y desenmascarar los gatos que nos hagan pasar por liebres, hay que pertrecharse de todas las evidencias posibles. Hubiese sido oportuno, por otra parte, que el directivo aclarara si existe o no algún problema con el citado correo electrónico de atención a clientes de la empresa.