Acuse de recibo
Desde el edificio 74, apartamento C-7, en el reparto Camilo Cienfuegos, en Manzanillo, escribe Julio César Álvarez, especialista C en Recursos Humanos de la Fábrica de Servicios Técnicos Comandante Manuel Fajardo Rivero, de esa ciudad, para narrar lo que él y otros trabajadores no entienden.
Precisa que esa fábrica pertenece a la empresa ZETI, del Grupo Azcuba, que radica en la capital. Y su objeto social principal es garantizar las piezas de repuesto para los centrales azucareros de la región oriental del país, aunque también trabaja para cualquier otra fábrica azucarera y han realizado algunas exportaciones.
En 2007 o 2008 —agrega— a la fábrica se le autorizó, precisamente porque genera ingresos en divisa, estimular a los trabajadores con 10 CUC además de su salario, siempre y cuando cumplieran sus compromisos productivos y lograran captar la divisa que sustenta ese pago por medio de trabajos a terceros. Desde entonces lo han garantizado.
Durante 2013 tuvieron resultados satisfactorios y crecimiento de la productividad. Solo no lo consiguieron en agosto, por dificultades con las materias primas, fundamentalmente la bentonita, a consecuencia de roturas en la fábrica que la produce. Ese mes no pudieron cumplir su plan y no se pudo pagar la estimulación en moneda convertible, pero al final sí se recuperó lo planificado, aunque sin retribución retroactiva de la divisa.
El problema que alarma a Julio César es que ahora, cuando celebran los logros obtenidos en 2013, se les comunica que se reduce la estimulación a 8,50 CUC. Según la explicación que recibieron, en la presente zafra se producirá más azúcar y se han creado más puestos de trabajo, por lo tanto van a participar más trabajadores. Sin embargo, no se aprobó aumentarles la divisa para la estimulación sino la misma cantidad, y como ahora hay más trabajadores, al dividirla entre estos, el resultado es que solo se puede pagar 8,50 por empleado.
Julio César recuerda que en las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular se planteó que se revisarían los objetos sociales de las empresas para que, después que cumplieran sus compromisos, pudieran realizar otras producciones y servicios que les permitieran mejorar su eficiencia económica y elevar el salario de sus trabajadores.
«¿Cómo es posible —pregunta— que se pueda tomar una decisión que desestimule a un colectivo de trabajadores que confía en el nuevo modelo económico cubano y se esfuerza por obtener mayores resultados productivos, para elevar sus ingresos, no para disminuirlos?».
El remitente argumenta: las mazas que tenían como compromiso entregar en 2013 eran como promedio nueve; ahora son 13. Los couplings fueron unos nueve y ahora son 11. Las bombas, entonces 27 y ahora 34. Los impulsores, 27 y ahora 58…
«No puedo entender que los compromisos productivos sean mayores, y la estimulación menor. Tampoco que si la divisa la generamos nosotros mismos, con esfuerzo extra, haciéndoles trabajos a terceros, alguien ajeno a nuestra fábrica, aun siendo de la misma empresa, disminuya la estimulación en CUC de forma directiva, sin venir a discutir con nosotros».
De acuerdo con la justificación esgrimida para rebajar la estimulación —apunta—, podemos afirmar que producir más azúcar y la incorporación de más trabajadores a la zafra, lejos de beneficiarnos, nos perjudica.
Asegura Julio César que todo ello tiene muy disgustados a los trabajadores. «Unos expresan que trabajar como lo hacemos para cumplir los compromisos productivos del país, para lograr zafras cada vez más eficientes, con condiciones malas de trabajo e inestable abastecimiento que los obliga a laborar días feriados y sábados no laborables, y a “inventar” para suplir la falta de piezas de repuesto, no es conocido ni reconocido.
«Todos necesitamos una respuesta ágil, pero que no sea desde un buró (...) Lo que necesitamos es que alguien venga y dialogue con los trabajadores que día a día nos esforzamos y en condiciones muy difíciles somos capaces de cumplir».
No es fortuito que Julio César concluya con las palabras de Fidel en el histórico XIII Congreso de la CTC de 1973, recordadas por Raúl en el reciente XX Congreso obrero: «No se impone un punto de vista; se discute con los trabajadores. No se adoptan medidas por decreto, no importa cuán justa o cuán acertadas puedan ser… Las decisiones fundamentales que afectan la vida de nuestro pueblo, tienen que ser discutidas con el pueblo, y esencialmente con los trabajadores».
Y, por cierto, ¿qué ha hecho el buró sindical?