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Responden, pero...

El 15 de diciembre de 2013, y desde la localidad capitalina de Santa Fe, Ernesto Fonseca Martínez planteaba su inquietud por las constantes interrupciones del servicio eléctrico allí, al punto de que se producían de tres a seis cortes en el día.

Le preocupaba a Ernesto que las gestiones de los vecinos con la Organización Básica Eléctrica municipal habían sido infructuosas en cuanto a brindar explicaciones a aquellos de las causas del problema. Y también plasmaba su temor por el hecho de que esa inestabilidad dañara los equipos electrodomésticos que los vecinos han adquirido con tantos sacrificios.

Al respecto, responde Ricardo Mangana Pérez, director general de la Empresa Eléctrica de La Habana, que en el período comprendido entre el 1ro. de octubre y el 16 de diciembre de 2013, el circuito que brinda servicio al reparto donde vive Ernesto sufrió 22 afectaciones eléctricas.

Cuatro de ellas fueron programadas para realizar trabajos de rehabilitación de redes, con un tiempo total de 20 horas con 20 minutos. Otras 14 se ocasionaron por disparos del circuito, con una afectación total de ocho horas y 27 minutos, por roturas de las líneas. Y cuatro operaciones, que consumieron dos horas y 21 minutos, fueron para realizar trabajos programados en otras secciones del circuito.

«En cuanto a las interrupciones por operaciones —precisa—, las mismas son indispensables para garantizar la energía eléctrica a los clientes de secciones de circuitos que no están comprendidos dentro de los trabajos a realizar en un mismo alimentador, para no afectarlos innecesariamente».

El alimentador de esa zona —agrega— está incluido dentro del programa de rehabilitación de redes de la capital. Se están realizando trabajos de cambio de postes y sus elementos, así como de conductores inadecuados, que se encuentran en mal estado técnico.

Informa el directivo que está en construcción una nueva subestación eléctrica, que favorecerá a la población de ese lugar y de Jaimanitas, para garantizar la estabilidad del servicio eléctrico.

Agradezco la respuesta, y solo me quedan tres insatisfacciones: Una, que visitar al cliente le hubiera permitido a este conocer por qué se afectaba el servicio. La segunda, que no explica las razones por las cuales fueron infructuosas las gestiones de información de los vecinos con la OBE municipal. Tercera, no se esclarece la inquietud de que tales interrupciones puedan afectar los equipos electrodomésticos.

Nido de ratas

El edificio de apartamentos de diez plantas, sito en San José No. 202, entre Águila y Amistad, en el municipio capitalino de Centro Habana, puede convertirse en un nido de ratas de no cesar las indisciplinas de ciertos vecinos en materia de higiene y limpieza.

La queja la sostienen dos residentes en el inmueble: Dulce María Hernández y Raquel Gil, quienes denuncian que ciertos vecinos han convertido el fondo y el lateral del edificio en un vertedero de basura. Y al llover, esos desechos corren hacia la cisterna del mismo.

Muestras de tal barbaridad da un video filmado, en el cual —afirman— pueden apreciarse ratas subiendo por las tuberías. El colmo es que los roedores están abriendo huecos en las paredes del círculo infantil que colinda al fondo con el inmueble.

Dulce y la encargada del edificio, Miladis, se presentaron en Inspección Sanitaria, y allí les dijeron que debían dirigirse a Edificios Múltiples y al policlínico. En Edificios Múltiples les dijeron que no estaban autorizados a imponer multas u otras medidas, que lo elevaran «a las instancias correspondientes». «¿Cuáles?», preguntan las remitentes.

El policlínico Luis Galván analizó el agua de la cisterna y dictaminó que no estaba contaminada, pero las vecinas se preguntan quién puede asegurar por cuánto tiempo seguirá así, si continúa el desenfreno de incivilidad y la ausencia de conductas urbanísticas.

La encargada del edificio ha visitado los apartamentos de ese extremo del edificio para dar el alerta e, increíblemente, han aumentado los lanzamientos de bolsas de basura y alimento. A partir de las sanas gestiones hechas, han comenzado a incrementarse actos de vandalismo como lanzamiento de bolsas de yogur y huevos en las puertas de los vecinos que andan preocupados por tales fechorías.

Mientras las autoridades que podrían poner orden se mantienen ajenas, el dilema de ese edificio sintetiza el de la calle y la sociedad hoy en Cuba: ¿Quién ganará la batalla, las personas decentes y disciplinadas, o esos que descienden con sus desafueros a las escalas inferiores del reino animal?

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