Acuse de recibo
Martha Caridad Penado Soriano (calle G, No. 154, entre 4ta. y Ave. de Céspedes, reparto Sueño, Santiago de Cuba) cuenta que sus padres son dos ancianos que viven solos y están enfermos.
Relata que su padre camina con bastón y así fue hasta la farmacia de calle G y Segunda, en el propio reparto Sueño, para solicitar con el tarjetón el Timolol que le tocaba a su mamá.
Cuál no sería su sorpresa al escuchar que no se le podía despachar el medicamento porque no venía especificado si era para ambos ojos, o solo para uno —novedad esta que en años de tratamiento con el fármaco no había nunca oído—, y que debía ir al hospital a pedir un nuevo certificado donde se especificara la situación.
El padre de Martha recorrió el camino que lo separa del Hospital Clínico Quirúrgico de Santiago y pidió un nuevo certificado que dijera que el medicamento debía ser usado en ambos ojos. Los médicos no salían de su asombro, y le dijeron que era la primera vez que les sucedía algo así.
Martha se pregunta, si cada persona que dirige una farmacia, no respetando las reglas, hace lo que autónomamente determine, adónde nos llevará una situación como esta, donde el único que pierde es el paciente. «En caso de que la presión del ojo le hubiera subido a mi madre (pues el Timolol sirve para controlar la presión), ¿quién se hace responsable? Paga mi madre, que se arriesga a perder el ojo, y paga el Estado, que tiene que gastar importantes recursos médicos para curar algo que se hubiera podido evitar».
De la improvisación y la chapucería se escribe bastante aquí. Y uno, que no acaba de asombrarse, termina preguntándose siempre: por qué. Los capitalinos residentes en el Reparto Militar, Bacuranao, en Guanabacoa, no esperaban que las obras de rehabilitación del sistema de agua les trajeran tantos dolores de cabeza.
Desde allá, específicamente desde la casa No. 6, nos escribe Hilario Cuba Soto, quien cuenta que los compañeros de Recursos Hidráulicos comenzaron abriendo zanjas por todas las calles, para colocar tuberías plásticas.
«Todo iba bien y con suma rapidez, comenta Hilario, hasta que un buen día desaparecieron. Cuando preguntamos al delegado del Poder Popular, este nos dijo que la brigada se había retirado al municipio de La Habana del Este, localidad de Guanabo, debido a que la población de esta comunidad había protestado por la misma situación en que estamos nosotros».
Y especifica Hilario que, como parte de esta situación, las zanjas que se quedaron a la buena del tiempo hace alrededor de tres meses «actualmente son focos de mosquitos y suciedades, en algunos lugares se están derrumbando, poniendo la calle en peores condiciones, además del peligro que existe para nuestros niños y vecinos».
Y refiere el caso de una vecina que ya sufrió fractura de una mano por caer en uno de estos huecos de la indolencia.
Opina Hilario que las medidas de actualización y reordenamiento de muchos procesos que hoy se llevan adelante en el país, como ha afirmado el Presidente de la nación, llevan implícita la necesidad de evaluar sistemáticamente las distintas tareas y «corregir con prontitud cualquier desviación».
También, agrega este redactor, urge implementar mecanismos de participación para que los sujetos de cada localidad sean actores de sus propios cambios: desde la concepción de los planes, la ejecución de las obras, hasta la evaluación sistemática de qué anduvo bien o qué falló.
Solo rindiéndonos cuentas mutuamente, a camisa quitada, se logrará el fijador de la eficiencia. Lo demás serían maquillajes transitorios y un flaco servicio al país que debemos actualizar.