Acuse de recibo
Los interminables trámites burocráticos, papeleos y angustiosas esperas no desmayan, por más que cambien de oficinas y de instituciones…
Damaris Avilés reside hace más de 30 años con sus padres, copropietarios del apartamento 13 en el edificio 22 del reparto Rolo Monterrey, en Moa, provincia de Holguín. Y estos comenzaron a inicios de 2012 los trámites para donarle dicho domicilio a la hija, pues tuvieron que mudarse al municipio de Urbano Noris a cuidar al abuelo paterno.
Antes esas gestiones se hacían en la Dirección Municipal de la Vivienda. Ahora fue realmente difícil —señala— y dimos unos cuantos traspiés antes de ponernos al corriente de las modificaciones al proceso.
«Siendo un asunto que requiere tantos viajes y diligencias por parte de ambos propietarios de la vivienda, quienes son personas de la tercera edad, hubo que solicitar un poder a nombre de una tercera persona radicada en Moa. Nunca imaginé tanto papeleo», refiere Damaris.
Para reunir los documentos requeridos, la familia ha acudido con suma paciencia a la Dirección Municipal de Planificación Física, el Banco Popular de Ahorro, el Arquitecto de la Comunidad… y recientemente lograron concertar una cita con la Notaría, luego de haberlo intentado varias veces.
Cuenta Damaris que la Notaría de Moa solo atendía cinco turnos de población en el horario de 8:00 a.m. a 10:00 a.m., de lunes a viernes, así como sábados alternos. Y ello desencadenó serios problemas, una especie de lista de espera interminable, hasta que hace poco todo volvió a la normalidad: el público se atiende por orden de llegada y no por turnos.
«Para hacer la historia corta —significa ella—, madrugamos el sábado 9 de febrero, y mi apoderado tenía el número dos en la cola. Pensé que habíamos rebasado un obstáculo cuando, para mi sorpresa, me comunican que la Notaría nos había programado ¡para el 4 de mayo! a fin de entregarnos el nuevo título, con el cual debemos presentarnos en el Registro Civil. ¿Hay que esperar tanto? ¿Por qué requieren tres meses?»
Damaris considera que poco se ha avanzado en tal sentido, y sigue siendo un maltrato a la población trabajadora.
«No puedo enumerar las veces que tuve que ausentarme del trabajo —agrega—, ya fuera solicitando vacaciones o un día laboral, para ser atendida en esas oficinas que, dicho sea de paso, no atienden todos los sábados y, cuando lo hacen casi siempre hay algún problema que te obliga a volver durante días laborables. Quisiera que alguien me explicara qué sucede en esta actividad que no está funcionando bien, y el porqué de la demora», concluye.
La mamá de Katia Bell Pérez aguardaba ansiosa en la Terminal de Guantánamo. Su hija, colaboradora médica en tierras bolivianas, le había enviado un paquete con el cual aliviar un poco las dificultades familiares tras el paso del huracán Sandy, que los dejó con afectaciones hasta en el techo de la casa.
El amigo de Katia que portaba el bulto, también colaborador con misión cumplida, abordó en La Habana el ómnibus Transtur dedicado a transportarlos a la más oriental de las provincias cubanas. El paquete fue colocado, como de costumbre, en el maletero de la guagua.
Pero la travesía reservaba para el final la triste sorpresa. «Mi familia —evoca la doctora Katia— se encontraba en las oficinas de Colaboración y fueron testigos de que en el maletero no estaba el paquete. Y mi amigo con tremenda pena. Lo llamé desde acá y este me dijo que presentó la denuncia en Colaboración de Guantánamo; que ellos le dijeron se ocuparían de todas las gestiones. A partir de ahí surgieron un sinfín de preguntas…».
Y entre estas interrogantes, la galena se cuestiona por qué Transtur no tiene establecido algún mecanismo como la entrega de tiques para evitar pérdidas de este tipo. ¿Quién es el responsable del equipaje en el maletero del ómnibus? ¿Acaso Colaboración cuenta con los mecanismos para desenredar una madeja como esta?
La doctora Katia, en Bolivia, y su mamá, en calle Santa Rita No. 757, entre Prado y Jesús del Sol, Guantánamo, esperan un desenlace feliz para esta penosa situación.