Acuse de recibo
Un bache en la calle que va creciendo sin que nadie lo frene; un bombillo que se funde y no vuelve a haber luz en esa esquina; una medida transitoria que termina siendo perenne... ¿No les parecen historias conocidas? Y lo peor es que, con ellas, anda la indolencia de muchos que acaban sometidos a las rutinas.
Por suerte ese no es el caso de Jorge A. Blasco (Ave. 59, No. 11809, entre 118 y 120, Marianao), un habanero que sí «coge lucha» con su entorno. Por ello, el 13 de octubre pasado alertaba en esta columna del riesgoso hueco en la esquina de las arterias capitalinas 118 y 59, convertido, por obra del abandono y las «curas» superficiales, en vertedero de inmundicias.
El asunto comenzó cuando, hace un lustro, las ráfagas de un ciclón levantaron más de diez metros de acera y contén, y el espacio pronto se tornó depósito de desechos. Apuntaba el lector en aquella misiva de octubre que los compañeros de Comunales venían cada semana con equipos pesados y hacían recogida, pero casi inmediatamente aquello volvía a estar de espanto.
Sostenía el remitente que había que ir a las causas, no solo atacar los efectos del fenómeno, con lo cual resultaría oportuno la colocación de contenedores y el restablecimiento de los metros de acera que habían sido dañados, para devolverle el rostro urbano a esa esquina.
Tres meses más tarde, el 14 de enero último, volvimos a publicar letras de Jorge, esta vez avisando tristemente de que, tras las construcciones por cuenta propia, la esquina, además de vertedero, había devenido «escombrero».
Se refería el lector a una «exitosa recogida» emprendida por compañeros de Comunales y Áreas Verdes, quienes además habían colocado cuatro contenedores, de los que a la sazón quedaban dos y uno medio dañado.
Igualmente narraba que el árbol que se erguía en el lugar y debía haber sido talado, había caído y destrozado uno de los contenedores y parte del alumbrado público. Esta amalgama de sucesos, argumentaba, tienen que ver con el caldo de cultivo de indisciplinas, y la escasa aplicación de las regulaciones legales sobre convivencia.
Desde aquí agregábamos que, más allá de lo apuntado por el capitalino, podría decirse igualmente que la responsabilidad pública había dejado un lamentable hueco a la inacción. ¿Cómo si no explicar la desaparición de algo tan notable como un contenedor sin que nadie al menos alertara a las autoridades?
Acuse recibió el 31 de enero de 2013 la respuesta de la Dirección Municipal de Servicios Comunales (DMSC) en Marianao, firmada por Leonardo Contreras Isaac, su máximo directivo.
Detalla Leonardo las operaciones que emprendió su entidad tras la primera misiva de Blasco, que incluyeron recogida de 16 metros cúbicos de escombro, relleno del hueco y el desnivel que tuvo lugar en el sitio y siembra de plantas ornamentales en toda el área dañada.
«El técnico de Atención a la Población de la DMSC se entrevistó con el compañero Jorge A. Blasco, y este expresó por escrito su respuesta y grado de satisfacción a nombre de él y los vecinos del lugar», refiere el directivo.
Con bolígrafo se agrega en la misiva de contestación que «se pusieron cuatro contenedores y la construcción de la acera y los contenes no es de Comunales».
Agradezco la respuesta. Y señalo que en la pequeña notica de cierre tal vez radique el punto neurálgico del problema. ¿A quién pertenece entonces la construcción de la acera y el contén que podrían dar nuevamente personalidad citadina a la esquina de la discordia? ¿Seguirá echándose en saco roto el esfuerzo de los trabajadores de Comunales?