Acuse de recibo
El caso de la camagüeyana Danay Martínez Jonson (calle B No. 66 entre 7ma. y 8va., Vertientes) vio la luz en esta sección el 29 de septiembre último.
Narraba la lectora que tras el paso del huracán Ike en 2008, su vivienda se derrumbó de forma total. Entonces sobrevino la autoevacuación por meses, una facilidad «temporal» que pronto se deterioró y un plan de «esfuerzo propio» coordinado por la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), durante el cual solo recibieron —tras muchas gestiones— puertas y ventanas. También la familia invirtió sus recursos en buscar transportación para unos bloques cuya documentación no estaba en orden.
En 2010 pasaron a ser atendidos por la brigada constructiva de la Empresa Pecuaria del territorio y continuaron los trámites infructuosos.
Que si estaban todos los materiales para iniciar, solo faltaba el cemento; que entró el cemento pero no se podía comenzar; que luego era el acero, y más tarde la madera… Que si el plan de la provincia debía reajustarse… Hasta que se les propuso a los dolientes cambiar el formato constructivo propuesto originalmente a construcción de tipo Sandino, para que pudieran salir en este año; de lo contrario quedarían para el 2013… En fin, que al momento de escribirnos Danay y los suyos andaban sin casa ni seguridad en la futura edificación…
A propósito responde Alejandro Alonso Aroche, director de la UMIV en Vertientes. Coincide Alejandro en que desde 2008 el hogar de la remitente fue catalogado como derrumbe total, y en consecuencia se le proporcionó una facilidad temporal para residir hasta tanto se le asignaran los recursos necesarios para levantar la obra. Esto se llevaría a cabo mediante un orden priorizado de los casos similares existentes en el territorio.
«Para la ejecución de este inmueble se destinó la brigada de construcción de la Empresa Pecuaria de Vertientes, designándose un cronograma con fecha de inicio: septiembre de 2012 y terminación: primer trimestre de 2013», argumenta el directivo.
«Posteriormente a la recepción de la carta, una comisión integrada por cuadros y funcionarios del Sistema de la Vivienda del municipio y el jefe de la brigada de construcción visitaron el domicilio de la compañera, se le ofreció disculpas y se esclarecieron situaciones reales, como el actuar irresponsable de funcionarios que ya no ejercen cargos en nuestro centro, así como dificultades con la entrada de bloques. Se le explicó además que a pesar de haber tenido la posibilidad de presentarse ante el Director Municipal de la Vivienda para establecer su queja, nunca lo hizo. Se comprobó que la obra se encuentra en fase de cimentación».
En el último párrafo de su misiva, el directivo de la UMIV sostiene que su entidad está sensibilizada con la población, «no para justificar errores sino para reconocer dónde se ha fallado…».
Agradezco la respuesta de Alejandro, y comento algunas cuestiones. El no dirigirse a la máxima autoridad de la vivienda en el territorio pudiera ser ciertamente criticable en el proceder de Danay, pero ello no implica que se atenúen ni un ápice los amargores que este proceso le ha reportado a ella y su familia por deficiente gestión de esa y otras entidades.
Bajo el rótulo de «situaciones reales» y «actuar irresponsable de funcionarios que ya no ejercen» no se puede resumir el mal trabajo y la irresponsabilidad con que se trató a alguien que merecía recibir, como todos, el mejor servicio posible. Y si los que erraron no están ahora mismo en el centro, debería hacérseles responder —dondequiera que estén— por sus acciones.
Por otra parte, las instituciones no son las personas. Quien asume un cargo también debe esclarecerse de las deudas o gratitudes que vengan asociadas a él. Y si no está de acuerdo con ellas, pues sencillamente no sentarse en la silla de mando. ¿O acaso no se hacen entregas formales de cada dirección saliente a la entrante?
Para fortalecer la institucionalidad, también debemos comenzar por hablarnos con la mayor claridad posible y exigir, desde cada puesto, lo que a cada quien corresponde.