Acuse de recibo
Que se sepa, la política monetaria del país y todas las disposiciones y medidas que ella entraña son regidas por el Banco Central de Cuba. Ninguna entidad puede arrogarse el derecho de desconocerlo. ¿Qué sucede entonces?
Sofía de los Milagros Rocha Saavedra (Avenida San Pedro No. 49, entre Línea y Primavera, Reparto San Pedro, Cotorro, La Habana) cuenta que en su centro laboral, la Empresa de Recuperación de Materias Primas de La Habana, el viernes 9 de marzo se les pagó a los trabajadores el estímulo en CUC, luego de que se fuera a buscar el efectivo a la Sucursal 326 del Banco Metropolitano, sita en 100 y Boyeros. Y el pago fue, junto a los billetes, mediante monedas por valor de 5 CUC.
La lectora revela que ha confrontado dificultades en varias tiendas en divisas del Cotorro y San Miguel del Padrón. Cuando va a pagar con la referida moneda, los dependientes y sus superiores le dicen que la misma no está vigente.
Por ello, llamó por teléfono a la jefa de Caja de la Sucursal 288 del Banco Metropolitano, y a la Sucursal 326 de 100 y Boyeros. Y en las dos unidades le plantearon que según el Manual de Efectivo que se encuentra en todas las sucursales bancarias, estas monedas de 5 CUC sí están vigentes.
En la 326 le manifestaron que si no estuvieran vigentes no las pondrían en circulación, al tiempo que reconocieron que las mismas no tienen un movimiento constante como otras monedas. Pero su vigencia es real.
Sofía de los Milagros cuestiona cómo es posible que tales monedas sean oficiales y en las tiendas en divisas no tengan conocimiento de ello.
«¿Será realmente así o en las tiendas no las quieren aceptar porque no les da la gana? Esto crea insatisfacción y “duda” de los dependientes con la persona que se presente con esa moneda para efectuar la compra. Convencida (como estoy yo) de que no es falsa, ni robada, no puedo aceptar que me miren con esa desconfianza y me digan muy tranquilamente: “No puedes comprar con eso porque esa moneda no está vigente”. Aunque se lo explique, no me creen, porque simplemente soy una clienta», concluye la lectora.
No, no es un poblado de la India, donde por creencias religiosas las vacas son sagradas y caminan por las calles, supeditando a transeúntes y automotores. Los hechos suceden en la localidad de Mayajigua, en el municipio espirituano de Yaguajay.
Osmar Yoelvis, residente en la calle Bartolomé Masó de ese poblado, y trabajador del Joven Club del mismo, denuncia que por las calles de la localidad, en el mismo centro donde se encuentra el parque, la iglesia, el cine, la dulcería, un círculo infantil y una secundaria, las vacas circulan libremente, pastoreadas por los monteros.
Los rebaños circulan en horarios en que los niños de la secundaria están en receso en el parque, y han causado incluso daños materiales a propiedades de los vecinos.
Se ha alertado al presidente del Consejo Popular, Lázaro García, del peligro potencial que ello representa; sin que se observe preocupación alguna por parte de las autoridades municipales. «Es más, señala, me da la impresión de que ya se adaptaron a la idea de que es normal el tránsito de esos animales, incluso en estampida».
Hace poco el caballo de un montero resultó muerto como consecuencia de una embestida. Y los vecinos pensaron que llegaría la solución del problema. Pues no, a pesar de que hay vías alternativas por donde pueden circular los animales, asegura.
A Osmar le preocupa qué papel desempeñan las autoridades en este asunto.
«Ya no sé qué hacer, afirma. He intercambiado palabras fuertes con los monteros, y ellos dicen que los autorizan a pasar por ahí. Me pregunto: ¿Existe una ley que permita el tránsito de esos animales por zonas urbanas? En cuanto a los daños sufridos, ¿a quién se le reclama?, ¿a la vaca? ¿Y si le pasa algo a un niño, quién pagaría? Las decisiones negligentes no tienen nombre, hasta que pasa algo malo».