Acuse de recibo
El pasado 16 de febrero reflejé la inquietud de la lectora Iris Rodríguez, residente en Manrique entre Neptuno y San Miguel, en Centro Habana, acerca de ofertas callejeras de papas «por la izquierda», a precios altos y hasta con pregones.
Tal denuncia mostraba cómo se infringían las disposiciones de la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios de vender el tubérculo en MAE de la capital, al precio de un peso la libra, y con regulaciones de hasta diez libras por comprador, hasta tanto se produzcan mayores arribazones y pueda generalizarse hacia otras unidades.
Pero, como dijera Iris, «la papa está en la calle; la venden particulares, y la pregonan, a 30 pesos una jabita de nailon que no envasa ni cinco libras. ¿Cómo es posible que se venda así? ¿No existe ningún control al respecto?», cuestionaba la lectora.
Al respecto, responde Jorge L. García Trujillo, director general de la Empresa de Mercados Agropecuarios de La Habana que, al intercambiar con Iris, constataron que la ilegalidad denunciada por ella no se había producido en una unidad perteneciente a la Empresa, sino que ella misma lo apreció en el entorno del centro donde labora. Y específicamente, Iris les precisó que el hecho ocurrió el 15 de febrero: dos personas pregonaban la venta de papas en jaba a 30 pesos.
Iris reiteró en la entrevista que «no se pueden permitir estas actitudes irresponsables por personas que quieran lucrar con los productos que con tanto esfuerzo el Gobierno garantiza para el pueblo».
Apunta el Director que se le enfatizó la coincidencia con ese criterio. Se ratificó que «la política de la comercialización de la papa se mantiene como lo informó la Dirección de la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios; y que para enfrentar esas ilegalidades en la vía pública se establecerá la coordinación con la Dirección de Inspección y Supervisión del territorio, con el objetivo de enfrentar la misma con la agilidad que requiera el caso, dondequiera que se manifieste, como con otras entidades del territorio que intervienen en el enfrentamiento a las ilegalidades».
Los consumidores agradeceremos la respuesta en tanto esas palabras se conviertan en hechos consecuentes; porque lo cierto es —y no habría que ratificarlo solo en las calles de Centro Habana— que en la capital se están revendiendo papas por estos días.
El fenómeno se expresa en la vía pública; pero tiene un origen en otros sitios, por acción del descontrol y la dejadez de quienes están obligados a hacer cumplir las disposiciones al respecto, y taponear esas sangrías.
Muy alarmada me escribe Dianolys Camacho, desde la Avenida 101 No. 6618, entre 66 y 68, Güines, provincia de Mayabeque; y el motivo es cómo la basura se va apoderando de las entradas de esa localidad.
Refiere que muchos residentes cerca de las diferentes entradas a ese poblado, en vez de situar la basura protegida para que Servicios Comunales la recoja, como siempre se hizo, la lanzan a como sea, junto con los escombros que extraen de sus propias casas.
Le preocupa que ciertas personas traten las áreas públicas de la localidad como potreros. Y lo peor es que «no hay una entidad que ponga orden a esto; al parecer las personas se están volviendo inmunes a estas cosas».
Significa que la cuestión no es que Comunales recoja la basura en cualquier lugar que la tiren; sino que se empiece a multar a quienes, irresponsablemente, la vuelcan dondequiera.
Y ejemplifica: «La entrada de Pastorita, toda su área verde está llena de basura. La entrada de la carretera de la playa, ya no hay área verde; es un basurero, que le dan hasta candela y acaban con los árboles alrededor. Lo mismo en la piscinita y el puente de placa. Igual en el (sitio donde se anuncia) “Bienvenido a Güines”, por la carretera de Catalina, y en la calle Reina, desde la Ave. 66 hasta la Ave. 76… La esquina de La Balear…
«Vienen con cubos y los vierten en las aceras y en las esquinas. Eso ni se vio en los años del período especial. Toda la calle que va para el cementerio es un basurero. Y se me quedan muchos otros lugares. Ya la gente no quiere poner la basura envuelta frente a su casa, sino que la tira en la esquina», concluye.