Acuse de recibo
La emisora Radio Cumanayagua, en la provincia de Cienfuegos, tiene su página web en Internet, y sin embargo, aún su señal no llega ni al 50 por ciento de ese municipio, enclavado en parte del macizo Guamuhaya. La esencia de la radio es hacerse escuchar.
Desde la cabecera municipal, escriben Miguel León (Candelaria No. 124 entre Vila y Calledo) y Mirele Hernández (Calle 30 entre 45 y Final, La Campanita), en nombre del colectivo de Radio Cumanayagua (CMFK), emisora fundada en 2003, entre otros fines, para dar cobertura al Plan Turquino, en municipio tan montañoso.
CMFK no ha podido dar del todo el servicio, dicen, porque no lo permiten las características del transmisor FM 95.1, su ubicación y la distribución del relieve. Se han hecho numerosos intentos por resolverlo, sin resultado alguno.
Lo más alarmante es que algunos asentamientos de montaña prácticamente no reciben ningún tipo de señal radiofónica. Algo similar sucede con la televisión: La señal recibida en el municipio procede de una torre en Santa Clara. Las instalaciones a tal efecto en Cienfuegos no prestan servicio al territorio, incluyendo a la emisora provincial, Radio Ciudad del Mar, la cual tampoco se capta con la calidad necesaria en algunas zonas. En otras ni llega.
La demanda del colectivo de CMFK ha sido planteada por las organizaciones de masas y políticas del municipio, así como por la población, en las asambleas de rendición de cuentas. Pero la solución no llega. Aun así, no se cruzan de brazos. El 8 de octubre de 2011 los visitaron el director de Radio Cuba y otros funcionarios de esa entidad. Desde entonces, mantienen comunicación con ellos, quienes aseguran que no es difícil resolver el problema.
«Sin embargo, acotan, todo indica que en el 2012 no habrá solución: en la discusión del presupuesto, hace días, se informó que, por error o falta de comunicación entre las entidades que tienen que ver con ello, no se asignó el presupuesto para tal empresa, por lo que la posibilidad de resolverlo se trasladó para el 2013».
Para colectivo tan esforzado —me consta, he visitado la emisora— el problema es vital. En medio de una batalla ideológica en el espacio radial, no deberían subsistir esos problemas.
Jesús Ruiz (Villuendas 465-C, altos, Santa Clara) no sabe cuál es la agilización de trámites que pregonan ciertas entidades, al menos su experiencia personal la niega bastante.
Él quiso poner a su nombre el teléfono, que estaba a nombre de su fallecida esposa. Antes debe actualizar la propiedad de la casa; eso intenta desde marzo de 2011, al solicitar servicio en el Bufete Colectivo 2 de esa ciudad.
Cuando entrega los documentos para el cambio, hay error en las inscripciones de nacimiento y certificación de defunción. Al carecer de tiempo para subsanarlos, debe archivar el contrato el 5 de julio de 2011, pues el mismo caduca a los seis meses. El 11 de julio le devuelven el 50 por ciento de lo abonado. El 6 de septiembre abre nuevo contrato, y da documentos para la subsanación.
Llama varias veces, y va al bufete, cuenta. No puede ver a la abogada. El 27 de septiembre habla con la directora, quien le solicita que la llame: unas veces no está, otras sin respuesta… El 13 de octubre va al bufete. Ni abogada ni directora. La jefa de equipo de la abogada promete llamarlo el 17 de octubre. Pero el 14 de octubre lo llama la abogada. En su oficina, le dice que contrate a otro abogado, no puede continuar con su caso.
El 21 de octubre va al bufete: los técnicos no están trabajando. El 24 de octubre solicita certificación de última voluntad. Lo recoge el 11 de noviembre. Le atiende la nueva abogada, hace contrato el 14 de noviembre para subsanar error a la certificación de matrimonio. El 24 de noviembre va al bufete: no está listo.
El 1ro. de diciembre, no está la abogada. Al otro día recoge la subsanación de errores. La abogada le indica ir al Registro Civil y sacar dos certificaciones más. Las solicita allí el 19 de diciembre.
«He esperado 38 días para tener dichos documentos, dice, y tengo que subsanar más errores. Ya no da tiempo, vence el plazo. Pierdo de nuevo el 50 por ciento de lo abonado. He pagado entre sellos, pasaje y subsanación, 783 pesos. He ido al bufete y al Registro Civil 31 veces. He hecho 17 llamadas telefónicas. Es 6 de febrero de 2012 y lo único que he recibido es desgaste personal», concluye.