Acuse de recibo
El Programa Nacional de Arroz, tan estratégico para la autosuficiencia alimentaria de Cuba y la sustitución de las importaciones de ese cereal, enfrenta barreras subjetivas y objetivas que deberán encararse en lo inmediato, sin otra alternativa.
Esa es la conclusión que se extrae de la carta enviada a JR por Idalexis Rodríguez, director general del Grupo Agroindustrial de Granos del Ministerio de la Agricultura, a raíz de varias quejas e inquietudes de productores del alimento, reflejadas últimamente en esta columna.
Idalexis menciona las indisciplinas tecnológicas por desconocimiento, insuficiente motivación y falta de exigencia de cuadros, dirigentes y técnicos; y de que no se haya consolidado un programa de capacitación y extensionismo que implique a los principales actores de la cadena productiva.
También enumera el inadecuado aprovechamiento del calendario óptimo de siembra en la etapa de mayores rendimientos agrícolas; y el improcedente escalonamiento de las siembras, lo cual provoca picos en la producción; así como deficiencias en las atenciones culturales y de cosecha, las cuales afectan los rendimientos agrícolas e industriales.
Afirma que no se aseguran oportunamente, por falta de financiamiento a tiempo, actividades y exigencias del cultivo como preparación de tierra, época de siembra y cosecha óptima, servicios de la aviación, aplicación de fertilizantes y plaguicidas y la postcosecha.
Inciden también la inestabilidad climatológica del país, el mal estado de los canales de riego, drenaje y obras reguladoras; y la deficiente nivelación de las terrazas, que no permite mantener una lámina uniforme de agua, lo cual origina sobregastos y afectaciones en los rendimientos. A ello se une que no se logra la ejecución de las inversiones un año antes de la producción agrícola.
Ante estos problemas, afirma, el Programa prevé acciones concretas en inversiones en los sistemas de riego, equipamiento para mantenimiento a los sistemas y la mejora de la nivelación en los campos; ordenamiento de las siembras en función de las capacidades de cosecha y secado, y el perfeccionamiento de la base contractual, de manera que recoja los compromisos de las partes, y sea instrumento para la exigencia mutua por los incumplimientos o violaciones de lo pactado.
Precisa que se establecieron estimulantes precios de compra del arroz al productor, los cuales se espera que aseguren la cosecha y el secado de forma manual. Y señala que el estímulo a la producción agrícola con la entrega de tierras, los precios de compra y el servicio de maquinaria en general, han desatado un incremento de la producción agrícola, para lo cual la industria no estaba preparada tanto en capacidad como técnicamente. Asimismo, el almacenamiento de arroz cáscara seco es limitado y con deterioro; y los molinos para la producción de arroz consumo están deteriorados y tienen limitaciones de capacidad.
El Programa prevé la recuperación total de la fase industrial en capacidad y actualización tecnológica. Para ello se harán estudios de factibilidad industrial por territorios, con inversiones que incluyen plantas completas de secado con silos de almacenamiento, plantas completas de molinos de arroz, introducción de equipamiento y cambio de tecnología en los molinos y completamiento de los laboratorios, entre otros requisitos.
Apunta que ese Grupo Empresarial está enfrascado en un proceso inversionista, en el cual el Estado ha colocado elevadas sumas de dinero, aunque aún no satisfagan a plenitud la demanda; pero constituyen un gran paso de avance.
«El Programa del Arroz —concluye— tiene un grupo de situaciones subjetivas y objetivas que atentan contra la producción del cereal. Ahora solo nos resta respaldar ese esfuerzo inmenso del Estado en priorizar la producción de este producto esencial para la alimentación de nuestro pueblo; y volcarnos cada cual a nuestro trabajo, como única forma de redimir lo perdido».
Eso espera toda Cuba: que el arroz largue la cáscara de la insuficiencia y la ineficiencia.