Acuse de recibo
El pasado 17 de junio, y desde la ciudad villaclareña de Sagua la Grande, el lector Adrián Quintero contaba que había preguntado al cartero de su barrio por qué los suscriptores del Juventud Rebelde dominical ya no podían recibir esta publicación en tiempo.
Anonadado quedó él al conocer que el origen del problema era que Correos en esa ciudad ya no disponía de carteros para cubrir los «francos» de domingo, pues todos descansaban ese día. Y, sencillamente, ¡la prensa dominical se entregaba el lunes!
Al respecto, responde Lázaro Más Betancourt, director de Correos de Cuba en Villa Clara, quien reconoce que «el usuario tiene la razón», y precisa que, de acuerdo con la investigación hecha, hubo interrupciones en el reparto de la prensa durante dos fines de semanas seguidos, pues el cartero disfrutaba de «franco».
Comprobaron que «la agencia de Correos de Sagua la Grande se encontraba inmersa en un proceso de reajuste de los barrios de porteo, y no tuvo en cuenta el “franco” del cartero; cuando lo establecido es que se utilice la colindancia para cubrir los barrios: o sea, los carteros de los barrios colindantes deben asumir y portear tanto la prensa como la correspondencia del cartero que descansa».
Apunta que, una vez conocida la queja de Adrián, «se acordó además de revisar y restablecer la colindancia en su barrio de porteo, ampliar las funciones de los carteros que realizan la tarea de “trasbordistas”, para asegurar de esta manera el porteo de la prensa los fines de semana y día franco de los carteros».
Precisa que el tema fue analizado en el último Consejo de Dirección de Correos de Cuba en Villa Clara, para garantizar que no se repita tal historia.
Agradezco la respuesta, y solo me pregunto cómo algo tan elemental en un servicio de este tipo, para lo cual solo hace falta lógica, haya tenido que «sonar» aquí para que se descubriera y enmendara.
María de los Ángeles López presagia una desgracia. Escribe desde el apartamento 11 de Industria No. 406, entre San José y San Rafael, en Centro Habana, porque en el número 410 de esa cuadra, lo que fuera el antiguo Hotel Regina puede desplomarse en cualquier instante.
El inmueble ya insalvable, de nueve pisos y justo detrás del Capitolio, comenzó a demolerse hace unos diez años por SECONS. Y hace más de cuatro años esa entidad decidió paralizar sus trabajos, por no contar con una grúa para bajar primeramente el ascensor del mismo, que cuelga en lo más alto.
Ya a estas alturas —más bien a estos peligros— de vez en cuando se desprenden trozos que pueden resultar letales para cualquier vecino o transeúnte.
«Preocupa mucho —señala la remitente— que los organismos responsabilizados, incluido el Poder Popular, no hayan actuado ni se hayan pronunciado, como tampoco han tramitado las acciones para prevenir un posible desastre».
Desilusionada, revela Elsa Noa (Avenida 4ta. No. 8, entre 3ra. y Federico Rey, Santa María, distrito René Ramos Latour, Santiago de Cuba) que al liberarse la venta de materiales de construcción, adquirió 25 tejas de fibrocemento para sustituir un techo que tenía filtraciones. Y cada una de ellas, con dos elementos de fijación, costaba 105 CUP.
Con las lluvias de los últimos días descubrió que dichas tejas dejan pasar el agua cuando la lluvia se mantiene por varias horas, según cuenta.
«¡Ahora tengo más goteras que antes! —exclama—, y me veo en la triste realidad de haber gastado el dinero, tener una situación peor, y sin esperanza de resolverla, a pesar de que el techo tiene la inclinación adecuada, de acuerdo con criterios de los especialistas».
Elsa pregunta: «¿Quién debe supervisar que esos materiales tengan la calidad requerida? ¿Quién debe velar para que la población no quede desamparada ante este engaño? ¿Quién responde financieramente con los gastos adicionales que uno debe hacer para darle solución a este problema adicional?».