Acuse de recibo
«La restructuración del empleo y el desinfle de plantillas son una necesidad de nuestra economía, pero con respeto y justicia. Debemos poner freno a las administraciones desbocadas en sus procedimientos. Este proceso debe ser cuidadoso y fundamentado; siempre con un tratamiento humano, donde no primen las improntas, con el objetivo de no empañar y enmascarar su claridad».
El alegato no es de ningún dirigente o funcionario, ni de un líder sindical. No lo extraje de un seminario ni de un folleto. Son las palabras bien maceradas de Osmán Abot Carrazana, un obrero agrícola de la granja La Caoba, perteneciente al CAI Efraín Alfonso, sita en Carretera Central, Km 315, Manajabo, municipio de Santa Clara. Y tienen un porqué.
Osmán cuenta que lleva laborando en ese centro más de 14 años en diferentes funciones, sin tener problemas disciplinarios ni ausencias. No es un Héroe del Trabajo, pero sí un trabajador que cumple con su deber, como muchos en el país.
El 31 de julio pasado, allí en la granja, el administrador de la misma llegó acompañado del director del CAI, la jefa de Recursos Humanos y el secretario del Sindicato, para comunicarle que quedaba disponible. Y le ofrecieron varias plazas, como obrero agrícola en El Yabú y de sereno. Así fue, sin argumentaciones del por qué, ni tampoco de cómo debía hacer su reclamación si no estaba de acuerdo.
El 8 de agosto, el obrero entregó la reclamación ante un representante del Comité de Expertos del centro, por no existir allí Órgano de Justicia Laboral de Base (OJLB). Y después le indicaron que la reclamación debía hacerse en el CAI. El 13 de agosto, el representante del Sindicato allí recoge la reclamación de Osmán. Pero le comenta que debía argumentarla más, pues le faltaban elementos.
El 16 de agosto, Osmán le entrega la nueva reclamación al presidente del OJLB del CAI, quien le comunica que el día 19 de ese mes debía presentarse para la vista, lo cual le ratifica también el secretario del Sindicato del CAI.
Ese día señalado Osmán se persona allí, y el presidente del OJLB le transmite que la vista se ha suspendido, sin darle razón alguna. Entonces, el trabajador le argumenta que él vive muy lejos y tiene serias dificultades para transportarse. Que se debe tener más seriedad y respeto con los obreros.
El 20 de agosto Osmán conversa con varios integrantes del Comité de Expertos de la granja La Caoba. Y todos coinciden en que la decisión de declararlo disponible les fue leída por el administrador y la jefa de Recursos Humanos, para que ya la aprobaran.
«Ello me presupone —señala Osmán— que la Comisión no estaba trabajando; y nunca se analizó por esas personas el caso de mi disponibilidad. Luego me acerco al secretario del Partido del centro, y él responde que desconocía esto.
«Al pasar los días, y en espera de una respuesta, al no ver seriedad en el proceso, me dirijo a la CTC provincial. Allí contacto con la compañera Aleida, jurídica encargada de atención a la población. De acuerdo con los hechos narrados por mí, ella me comunica que se cometió violación de las normas y procedimientos; y que se fue insuficiente a la hora de analizar con objetividad los parámetros de idoneidad».
Hasta el 27 de septiembre, día en que está fechada la carta de Osmán, a él no se le había dado respuesta de la reclamación.
Es preocupante que esta no sea la primera denuncia recibida en la columna con respecto a irregularidades y violaciones de procedimientos en un proceso necesario para la economía, pero a su vez tan sensible.
Ante tales métodos, el sindicato y el resto de las organizaciones no pueden permanecer impasibles.
Osmán es lapidario al concluir:
«Cosas como esta no son las que quieren el país y la Revolución. Las injusticias, el abuso y la arbitrariedad: esas sí deben de quedar disponibles, para siempre».