Acuse de recibo
Milagros Abreu lanza un S.O.S. en nombre de los vecinos de Avenida 81, entre 240 y Autopista, en el municipio capitalino de La Lisa, que conviven a solo unos metros de un grupo electrógeno activo, con 16 motores.
Precisa la lectora que esa instalación inicialmente se había concebido para generar electricidad con carácter emergente para situaciones muy particulares como huracanes y otras contingencias. Pero hoy, conectados a la Red Nacional, laboran diariamente desde las 6:00 a.m. hasta las 10:00 p.m.
«Es imposible seguir tolerando esta situación que nos está afectando hace tres años, apunta. El ruido que tenemos que soportar es demasiado. Tenemos contaminantes ambientales y vibraciones insoportables. Hay niños menores de un año con problemas dermatológicos e irritabilidad por no poder conciliar el sueño debido al ruido desmedido de la instalación».
Los vecinos han hecho múltiples gestiones con el Gobierno municipal, Salud Pública, Higiene y Epidemiología. De esta última entidad, fueron a realizar mediciones de ruido. Y todavía no se ve la solución, a pesar de que prometieron hacer una pared antirruido: su construcción ha demorado un año y aún no se ha concluido. Pero aun así, ellos no tienen muchas esperanzas de que amaine el problema.
Precisa Milagros que en el Gobierno municipal, se propuso la parada del grupo electrógeno hasta que se encontrara alguna solución. Pero no se ha logrado detenerlo, y su solución está al nivel del Ministerio de la Industria Básica.
Los vecinos solicitan que quienes instalaron allí el grupo electrógeno, vayan y se reúnan con ellos para resolver definitivamente la situación. Eso, si es que el ruido ensordecedor les permite escuchar las demandas de quienes sufren lo que quizá fue una desacertada decisión.
El pasado 31 de mayo, el bayamés Juan Manuel Pompa cuestionaba aquí por qué Correos de Cuba mantiene una disposición burocrática que prohíbe al cliente imponer un giro por más de 300 pesos; pues necesitaba enviarle 700 pesos a alguien a La Habana, y se vio precisado a pagar tres giros: dos de 300 y uno de 100, con el consiguiente llenado de tres modelos de papel.
Al respecto, responde Yuliet Verdecia Brizuela, directora de Relaciones Públicas de la Empresa Correos de Cuba que, cuando se decidió normar a 300 pesos la cantidad máxima a enviar en un giro, se realizó teniendo en cuenta el salario promedio de la población en aquellos momentos.
Y hoy, en medio de un proceso de reorganización y perfeccionamiento empresarial en que está imbuida esa entidad, se están evaluando propuestas para la modificación del monto máximo establecido para giros, con el propósito de atemperarlo a las exigencias y condiciones actuales.
Al propio tiempo, remarca la funcionaria que solo en 2010 en las unidades de Correos de Cuba fueron impuestos más de 2 millones 47 mil giros postales, por valor ascendente a más de 500 millones de pesos, lo cual benefició a cerca de cuatro millones de personas.
Regina Tamayo es una maestra jubilada de 83 años, que vive en Nicolás Heredia 26, en la ciudad de Las Tunas. Y justo en su esquina, en una terraza en tercera planta, han ubicado al aire libre un bar en divisas que trabaja todo el día y también la madrugada, y se ha convertido en la desgracia para la vecindad.
En sus inicios difundían la música a muchos decibeles. Y luego de muchas gestiones, lograron aceptables niveles de volumen. Pero hace poco cambió la administración del bar y… ¡a molestar se ha dicho!
Denuncia Regina que quienes frecuentan esa unidad, cuando salen de allí a altas horas de la madrugada pasan por su cuadra «en estado de embriaguez, vociferando, riñendo, profiriendo obscenidades; y además, orinando, vomitando y defecando en nuestros portales, valiéndose de la oscuridad que impera en el área».
Regina se pregunta por qué las autoridades no hacen cumplir con rigor las regulaciones existentes al respecto. Y uno se lo pregunta también, porque la escena contada por la anciana se reproduce en muchos sitios del país. Vergüenza e impunidad.