Acuse de recibo
A sus 80 años, María Inés Fernández se pregunta cómo puede haber tantos errores «de la computadora» en trámites, si esas máquinas no operan por sí solas. Lo dice porque buena parte de su vida trabajó como secretaria, «y pobre de mí si justificaba un error por fallo de la máquina de escribir».
María Inés, quien vive en La Rosa 464, entre Ayestarán y Clavel, en el municipio capitalino de Cerro, cuenta que en mayo de 2007, cuando se mudó para esa dirección procedente de Diez de Octubre, decidió continuar cobrando su pensión de jubilada por este último territorio para evitar enredos burocráticos con el traslado de una chequera ya emitida.
No obstante, antes de concluir 2007 sí presentó su traslado para Cerro. Y en la filial del Instituto Nacional de Seguridad Social (INASS) de Diez de Octubre le informaron que la chequera de 2008 venía ya por Cerro y debía recogerla allí. Pero no fue así.
María Inés tuvo que volver al INASS de Diez de Octubre a ver su situación, recoger su chequera, solicitar la constancia de traslado y un autorizo de cobro mientras «caminara» el trámite. Con ello, se presentó en la sede del INASS de Cerro para que gestionaran el traslado. Y en el 2009, cuando fue a este último lugar, su chequera no aparecía. Sugirió que llamaran a Diez de Octubre, sospechando que la misma aún permanecía allí, a pesar de todo lo hecho. Efectivamente, tuvo que volver a hacer los trámites, paso a paso. Y nunca supo qué sucedió ni quién falló. Ninguna explicación lógica. Apenas le comunicaron que hubo un problema tecnológico, un error «de la computadora».
El colmo es que en 2010 y en el presente 2011 se repitió la misma historia de la computadora ineficiente, «con toda la indignación que puede soportar un ser humano». «Pero este año —afirma— decidí no realizar las funciones que les corresponden a los del INASS. Quizá así aprendan a trabajar mejor, aunque ello me cueste cobrar tardíamente mi pensión. Lo digo porque la funcionaria Nancy, del INASS de Cerro, me informa que se ha prohibido el autorizo del cobro; y no puedo cobrar hasta que el trámite no concluya».
El 11 de marzo, cuando escribió, aún no tenía su chequera y le habían informado que debía esperar hasta el viernes 18, el día en que se envía el mensajero para evacuar los trámites. Pero el sábado 19 seguía en las mismas.
«¿A quién duele que un jubilado no pueda cobrar una pensión de la cual depende para vivir? Cuando esto sucede, no solo siento negligencia, sino también indolencia. Respiro la indiferencia de muchas personas, que olvidan que entregar la chequera a un jubilado no es un favor, es el deber social por un resultado: 30 años de un trabajo eficiente. Algo que deberían aprender», sentencia María Inés. Y tiene razón. Las computadoras no deciden, son máquinas que hacen lo que les programen los humanos. Entonces, ¿quiénes son los ineficientes?
En muchos trabajos se ha perdido lo que en albañilería denominan «dar el fino»: el detalle para una terminación elegante, sin dejar cabos sueltos.
Tal es el caso que cuenta Nubia Rodríguez, en nombre de los vecinos de la calle O’Farrill, entre Goss y Parque, en el municipio habanero de Diez de Octubre:
El 18 de noviembre de 2010 irrumpió un salidero de agua en una de las aceras de esa cuadra. El 19 fue reportado, y el 7 de diciembre una brigada de Aguas de La Habana acometió la reparación del mismo.
Pero dejaron tres bloques de la rotura de la acera en condiciones bastante deplorables. Los vecinos tuvieron que moverlos y situarlos supuestamente donde estaban antes, porque no se podía transitar por ella.
Los vecinos esperaron por «el fino» hasta el 17 de diciembre, cuando reportaron a Atención a la Población de Aguas de La Habana el problema. Les dijeron que pasarían la queja al Director, y la respuesta sería cuando fueran a reparar lo dejado.
El 10 de marzo, cuando me escribiera Nubia, aún no habían hecho nada. Más de tres meses con una chapucería pendiente. Y todo el que pasa por allí se entera: eso lo dejó así Aguas de La Habana.