Acuse de recibo
Dejaré a mis lectores el análisis y las lecciones que ofrece la historia que se cierra hoy:
El pasado 13 de enero reseñé la carta de Radamé García, obrero agrícola residente en la entrada de la Base de Campismo La Sierrita, municipio granmense de Bartolomé Masó; y enviada desde el correo electrónico cchaviano@giron.sld.cu. Aunque aclaraba que había confiado la escritura de la misma a un amigo, evidentemente el titular del correo, Radamé, hablaba en primera persona de su hija, una escolar con miopía severa, al punto de casi no ver.
Decía que en la última consulta, los médicos no le auguraban solución pues, según ellos, la graduación que requiere es muy difícil de conseguir. Y que galenos de visita por allá le facilitaron el traslado a La Habana, pero la respuesta fue: no existen esos cristales.
Agregaba que la muchacha iba a tener que dejar la escuela porque no veía la pizarra ni lo que escribía. «Mi angustia es muy grande, pues son muy escasos los recursos con que cuento, y no tengo posibilidad de viajar a La Habana con frecuencia para gestionar la solución. No concibo que mi hija no vaya a tener los ansiados espejuelos para realizar su sueño de ser útil a la sociedad», concluía.
Lo que sucedió fue la eclosión de la generosidad: cartas vía email, desde Cuba y el extranjero, suscritas por personas sensibles que solicitaban los datos de la graduación de los cristales para costearlos y enviárselos.
Este redactor siempre esperó la respuesta de Salud Pública; pero también reenvió aquellos correos a la dirección electrónica desde donde provino el S.O.S., para que Radamé facilitara los datos. El 3 de febrero, desde el mismo correo, el padre mostraba su gratitud a quienes en Cuba y el exterior se brindaron para ayudarle, en noble gesto.
Ya antes, el doctor Raúl Obregón, jefe del Departamento de Atención a la Población del MINSAP, pertinaz y sensible con cada historia que publicamos o le tramitamos, me avisó que estaba en camino una respuesta.
El 17 de febrero respondía el doctor Rafael Eng, director de Salud en Granma, que al conocerse lo publicado la paciente y sus padres fueron visitados por una comisión integrada por el director de Salud a nivel municipal, el jefe del Programa Materno Infantil y la administradora de la óptica.
«Al explicarle a los padres el objetivo de la visita —apunta—, se mostraron sorprendidos, refiriendo que en ningún momento habían formulado queja a Juventud Rebelde, y que se daban por enterados de lo publicado en ese momento».
Informa el doctor que la muchachita se atendía la miopía en unidades asistenciales de la provincia, hasta que en 2007, en el hospital Ramón Pando Ferrer, de La Habana, se le diagnosticó miopía elevada degenerativa progresiva con baja visión. Desde entonces, prosigue, ha usado ocho pares de espejuelos y dos pares de lentes de contacto, los cuales hoy no utiliza porque hace alergia. Al culminar el 7mo. grado los padres decidieron que no continuara estudios porque no ve bien.
«Su mamá se personó en la Óptica Municipal con la receta —informa—, y la Dirección de la unidad coordinó con la provincia: se le garantizó la venta de los cristales. Se le informó vía teléfono que viniera a comprar los espejuelos. La madre se presentó, y al comunicarle el precio planteó que el dinero no le alcanzaba, que luego el padre volvería. Fue en tres ocasiones, pero sin la receta, sin la cual era imposible brindarle el servicio. Y después no fue más.
«Siempre que la paciente ha tenido turno en el Pando Ferrer, Salud Pública ha realizado las coordinaciones y le ha garantizado transportación del municipio a la provincia, y de aquí a La Habana».
Añade que finalmente se hizo la coordinación con la Clínica de Especialidades Médicas de la provincia, se trasladó a la paciente en ambulancia con personal médico acreditado y fue atendida por especialistas. Se le aplicó el tratamiento requerido, se le hizo refracción, y por 30,40 CUP (pesos), se le confeccionaron los espejuelos, los que fueron entregados por el director municipal el 25 de enero de 2011. El 3 de febrero fue ingresada para la prueba de los lentes.
«En coordinación con la Dirección Municipal de Educación se tramitó el ingreso a la Escuela Especial para débiles visuales, donde continuará estudios la niña. Y los padres manifestaron gratitud por los servicios y atenciones de Salud Pública en todo momento», concluye el doctor Eng.