Acuse de recibo
Andan por el país, y dando malos pasos en la credibilidad del comercio minorista, unas botas que se venden a 250 pesos, y resultan un engaño a los bolsillos del comprador.
El pasado 30 de abril reflejé aquí el disgusto de Walberto Naranjo y Caridad Rivera, ambos del municipio de Pilón, provincia de Granma, acerca del susodicho calzado que adquirieron por el mencionado precio, y resultó un fiasco inmediato. Estas son las santas horas que el Ministerio de Comercio Interior no ha respondido al respecto.
Pero siguen los estragos: los sufre ahora el doctor Mario Pérez López, especialista de Primer Grado en Pediatría del Hospital General Docente Leopoldito Martínez, de San José de las Lajas; y residente en calle 96 No. 4905, entre 49 y Línea, en esa localidad habanera.
Relata Mario que en febrero de 2010 compró un par de esas botas, a 250 pesos, en uno de los mercados artesanales industriales de San José de las Lajas. Hermosas y aparentemente fuertes a la vista, se agotaron rápidamente. Pero a él se le rompieron al tercer día de usarlas.
Mario contactó con el administrador de la tienda, quien lo dejó pasmado: no podía cambiárselas porque no tenía cómo justificar la salida de otro par de botas sin el correspondiente dinero. Fue a la Dirección de Comercio del municipio, y no salía de su asombro con la respuesta: los productos que se venden en pesos no tienen garantía. Y Mario sabía que el daño lo sufrían otros compradores.
Días después, estaban recogiendo las botas malogradas en la Oficina de Atención al Consumidor, para reembolsarles el dinero a los embaucados. Allá fue, y las devoluciones se contaban por decenas… Le tomaron nombre, número de carné de identidad y dirección. Le entregaron un papelito para que, en el plazo de dos o tres días, pasara por las oficinas de Comercio Interior a recoger un cheque por valor de 250 pesos, el cual le permitiría recuperar su dinero en el Banco.
Cuando volvió, le indicaron que habían emitido un tipo de cheque que el Banco rechazó. Debían esperar unos días, a que el Banco les informara cuál tipo de cheque era el correcto. Cuando retornó, entonces le dijeron que había que seguir esperando, pues la situación con las botas era generalizada.
El 3 de junio, Mario se comunicó con una especialista de Comercio municipal que lo dejó boquiabierto: no hay respuesta de Comercio provincial. Entonces, contactó con la directora por sustitución de BANDEC (Banco de Crédito y Comercio) en el municipio. Ella le refirió que había notificado a Comercio municipal cómo proceder. Y allí mismo, habló telefónicamente con el Director de BANDEC en la provincia, quien le dijo que eso no se había hablado más, pues el Subdirector Económico de Comercio a nivel provincial, de manera informal, le había manifestado que tenía la solución del problema.
Pertinaz el doctor Mario, contactó con la Subdirectora Económica de Comercio en el municipio, y esta le comunicó que, de acuerdo con lo orientado a ella por el Subdirector Económico de Comercio provincial, no se procedería a devolver el dinero hasta que no hubiera una Resolución del Ministerio de Finanzas y Precios que avalara tal decisión.
Cuando me escribió, el doctor Mario no tenía respuesta al respecto, aun cuando había leído, en el periódico El Habanero, una entrevista a una funcionaria de la Dirección provincial de Comercio, Gastronomía y Servicios, en la cual se afirma que desde febrero hay en vigor un nuevo reglamento que prescribe la compensación integral y oportuna por daños y perjuicios al consumidor.
La realidad es que Mario sigue esperando, al igual que otra víctima de un suceso similar, quien también escribió: Lázaro de Jesús de la Rosa Dévora, vecino de Calle 14, No. 1905, Los Palos, municipio habanero de Nueva Paz.
Estas historias, una vez más, muestran que la protección al consumidor anda muy «mal calzada», y huérfana de garantías y procedimientos legales abarcadores, que verdaderamente defiendan los intereses del bolsillo ciudadano.