Acuse de recibo
Jorge Inufio Consuegra no ve llegar la luz. Él reside con mucho orgullo en Barrio Asiento Viejo No. 86, Esperanza, en el municipio villaclareño de Ranchuelo, porque en el 2009 concluyó con sus propias manos esa vivienda, que fuera asignada por su centro laboral. Felizmente, todos los trámites para habitarla y legalizarla se sucedieron con rapidez. Pero cuando se presentó en la Organización Básica Eléctrica (OBE), en junio de ese año, para solicitar la instalación del metro contador, le dijeron que debía esperar. A los 15 días retornó a la OBE, y nadie pudo darle una respuesta. Durante julio y agosto de 2009 cualquier contacto fue infructuoso, por ser meses de vacaciones. En septiembre, se entrevistó con el comercial, quien le dijo que no existían acometidas para el servicio. Siguió esperando Jorge Inufio, y cada vez que iba o llamaba, siempre era la misma respuesta: esperar. En marzo de 2010, volvió y le sugirió al comercial que él iba a buscar por sus medios una acometida. El comercial asintió, era una posible solución. Pero aun así, no aparecía el contador. Jorge Inufio fue a ver entonces al director de la OBE, quien le dio las mismas respuestas negativas. «Conozco los problemas del país, pero un año es demasiado para solucionar un problema que, por demás, según ellos, es priorizado».
Ídem: Rosa Verónica Fernández (Martí No. 30, Zulueta, Villa Clara) refiere que, luego de muchos obstáculos y contratiempos, se concluyó su casa, por una obra estatal. Pero le impide habitarla la no instalación aún del servicio eléctrico. Fue a la empresa, y le respondieron que desde noviembre de 2009 no tienen cables. Y lo peor: no saben hasta cuándo será. Rosa vio al delegado de su circunscripción, quien en ese instante estaba junto a la presidenta del Consejo Popular. Y la respuesta fue sorprendente: le plantearon que consiguiera el cable por su cuenta, para conectarle la casa. «¿Hasta qué punto eso es legal?, cuestiona ella. ¿Dónde venden el cable? ¿Dónde está legislado? ¿Hasta cuándo tendré que esperar para habitar mi vivienda, después de tanto trabajo para construirla?». Ante este y el anterior caso, y ante otros que puedan existir, urge que la Unión Eléctrica aclare las dudas: ¿Es la situación tan grave? ¿Qué se hará para enfrentarla? ¿Es correcto que los funcionarios promuevan que el cliente busque los recursos?
Con tantos que se quieran: Sergio Rojas (Edificio 19 A, apto. 19, Reparto Guiteras, Ciudad de La Habana) ha seguido de cerca desde su primera emisión el programa Con dos que se quieran, del canal televisivo Cubavisión, que conduce el cantautor Amaury Pérez. Y está sumamente impresionado por los valores humanos, sentimentales y de cubanía de tal espacio; y la calidad y belleza con que el entrevistador y entrevistados de alto calibre, promueven lo mejor del ser humano y despiertan la inteligencia de los Televidentes. «Así debía ser siempre la Televisión cubana», sentencia Sergio, y confiesa que mientras otros espacios promueven la tontería, el mal gusto y la frivolidad, Con dos que se quieran, nos hace a los cubanos querer más nuestro país, su historia y su cultura, y tantas personas ilustres que sigue dando.
Barreras arquitectónicas: ¿Quién dijo que desaparecieron? Elio Ojeda (Avenida Tercera No. 803, apto. 3A, Miramar, Ciudad de La Habana) se asombra de que, con tantos esfuerzos que hacen las autoridades del país para facilitarles la vida a los limitados físico motores, ciegos y débiles visuales, la administración del restaurante cafetería Kasalta, en Playa, haya levantado a todo lo ancho de la acera un muro de unas 8 pulgadas que impide el paso de sillas de ruedas, y constituye también un peligro para ciegos y débiles visuales. ¿Acaso las aceras no son espacios públicos? ¿Por qué hasta el momento no ha aparecido autoridad alguna que resuelva la situación? No es para menos. El camino de la vida está aún plagado de muchas barreras mentales, que son peores.