Acuse de recibo
La visión de los mayores es como un telescopio antiguo, que permite ver, con el cristal de la experiencia, los aciertos y yerros que desde el pasado contaminan los días por venir.
La idea me viene a la mente tras leer la misiva del veterano Luis Manuel Rivero Castellano (calle B No. 32, entre 6 y 7, Central Brasil, Jaronú, Esmeralda, Camagüey). La localidad del remitente va a ser declarada Patrimonio Nacional. Sin embargo, la forma de «prepararse» para el acontecimiento, deja lagunas al descubierto.
Este asentamiento poblacional —explica Luis Manuel— es muy bello, pero muchas de sus viviendas no están en las mejores condiciones. El hospital, el policlínico, las escuelas tradicionales, hoy oficinas de gastronomía y comercio, también se sienten el deterioro.
En las cuarterías que antaño eran alojamiento de hombres solteros, ahora viven, en difíciles condiciones hombres, mujeres, niños y hasta recién nacidos, sin los más ideales servicios sanitarios.
Sin embargo, narra el camagüeyano, han tomado la decisión de pintar las fachadas. «El ejemplo lo pongo con mi propia vivienda, donde las habitaciones se mojan, las columnas partidas, los techos hundidos… Somos dos ancianos de 69 años y enfermos. No tenemos recursos para repararla; solo el cartón que nos dieron después del último ciclón…».
Lo peor es que no se les explicó correctamente a los vecinos que la referida pintura y el servicio había que pagarlos; y ahora, cuando llega a sus manos el cobro, se sienten engañados. Incluso varios de ellos no tienen el dinero para afrontar esta insólita deuda.
Solo un comentario: Está bien adornar las fachadas, pero antes debe llegarse a los agujeros que no se tapan con un barniz. Lo otro son luces artificiales para un espectáculo vacío. Y de la mentira, ya se sabe: tiene pies cortos.
Agua. Desde hace cinco años ese es el foco delirante de los vecinos de Raimundo interior, entre Adolfo del Castillo y Flores, en la ciudad de Sancti Spíritus. Lo supimos el 25 de julio último en carta remitida por María de la Caridad Cepeda Oliva, quien habita allí en el número 5.
El asunto implicaba a más de 20 personas de seis hogares que desde 2004 exponían el problema en rendiciones de cuenta y en visitas a Acueducto municipal.
La crisis por la falta del líquido llegó a tal punto que los angustiados residentes terminaron por abrir un hueco en plena calle para recoger el goteo de la tubería. Un agujero al que llegaban incluso, arrastrados por el viento, desechos de la zona.
Y he aquí la respuesta que nos envía Leonel Díaz Hernández, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado en Sancti Spíritus. Comienza Leonel aclarando que desde su entidad pretenden solamente referirse a la queja, y no dar respuesta, pues se trata de una inversión.
Estamos hablando, aclara el Director, de «la ampliación de una red de agua, y las inversiones en el organismo nuestro, Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), las ejecutan las delegaciones provinciales…
«Independientemente a esto, como se nombra a Acueducto en su página —prosigue el funcionario— con inmediatez se personó un directivo de esa empresa en el lugar… y, aunque… no corresponda a nuestra empresa la ejecución del trabajo, por el respeto y la seriedad con que actuamos ante su publicación, Acueducto se comprometió a comenzar esta labor en octubre, hasta finalizar la misma».
Y concluye el dirigente ofreciendo disculpas «por no haber dado respuesta de inmediato a Ud. (siempre pensando que no somos los que debíamos responder). Pero más que una respuesta daremos solución a una queja».
Agradecemos la misiva de contestación, pero nos gustaría señalar ciertas cuestiones. Si, como se empeña en aclarar el Director, no es Acueducto quien debía responder al caso, ¿por qué se alarman de verse nombrados en esta columna, visitan a los vecinos y se comprometen finalmente a ejecutar la obra? ¿Será ante nuestra publicación o ante los reclamos populares, que debe actuar la empresa con «respeto y seriedad»?
Por cierto, tenemos en nuestro poder una segunda carta de los vecinos espirituanos con fecha 27 de octubre. Hasta ese día, no se había movido ni la primera piedra de la obra…