Acuse de recibo
Duniesky López Valdivia (Avenida 52, entre 57 y 59, número 5726, Cienfuegos) ya no sabe a quién acudir para que le explique dónde está el paquete postal que espera desde abril. Y no aguarda por un envío desde otro continente. Simplemente ha esperado por unos medicamentos que le remitieran desde la provincia de La Habana.
«He indagado en la Oficina de Correos de Cruces —cuenta Duniesky—, a la que se dirigía el bulto... Me informan que no está ahí, que hiciera la reclamación en la oficina desde donde se había efectuado el envío. El compañero que me envió las medicinas reclama. Le dicen que el paquete debe estar en el local de clasificación postal en Cienfuegos. Me dirijo al mismo y me dicen que no, que haga la reclamación de nuevo»...
De ahí: llamadas a la Oficina de Reclamación en Ciudad de La Habana; nueva reclamación desde la capital. Envío al parecer extraviado por Las Tunas (¿¡!?). Gestiones. Tiempo perdido...
En mayúsculas, como para que lo oigan lejos, el email de Duniesky termina con los datos técnicos del paquete: Unidad de imposición: H2. Fecha: 21/04/09. Certificado: CP000470741CU o CR00470741CO. Segunda reclamación: 16/06/2009. Nombre de quien impuso el bulto: José Álvarez González... ¿Hace falta decir más?
Desde 1998 la casa de Mariela Ynufio Consuegra y su familia fue incluida entre las afectadas por los huracanes. Esta villaclareña, residente en Calle Agramonte No. 33, entre Federico Escobar y Coronel Acebo, Ranchuelo, nos envía una larga misiva que narra en detalles sus avatares a partir de entonces. También fotos digitales, con el testimonio de goteras, madera podrida...
Los miembros de la comisión que la visitaron hace 11 años «tomaron notas, revisaron las habitaciones, nos dijeron que esperáramos respuestas, y así siempre sucedió hasta la fecha», evoca la remitente.
Fueron atendidos en el Poder Popular municipal; de ahí los enviaron a la Dirección de la Vivienda para gestionar el apuntalamiento del techo. Nunca llegó nadie para facilitarles la faena.
Con posterioridad, relata Mariela, en la UMIV (Unidad Municipal Inversionista de la vivienda) le explicaron que no había materiales para darle. Continuó la espera. Hasta que en la madrugada del 10 de octubre de 2006 la casa se estremeció con un derrumbe por la lluvia.
«El 13 de noviembre hicieron una demolición parcial, con acta de facilidad temporal... Nos dejaron en dos habitaciones; y estas en mal estado: vigas partidas, menos espacio... llueve más dentro que afuera...».
Sobrevinieron entrevistas con autoridades municipales. Trámites. Dilación. Nada. Y más recientemente: una nueva amenaza de derrumbe, porque la vieja cubierta no resiste el embate del tiempo.
«Cada día se parte un pedazo, se cae madera podrida, el niño ya tiene nueve años...», se duele Mariela.