Acuse de recibo
Buscando comprensión y mejores condiciones para edificar su vivienda nos escribió el holguinero Ernesto Batista Varcárcel (Antonio Moreno, No. 65, entre 22 y 26, Reparto Nuevo Llano). En su misiva —publicada aquí el 2 de julio último— Ernesto contaba que en la Facultad de Enfermería del municipio de Holguín, su centro de trabajo, lo único que habían aceptado era liberarlo los días que trabajara en su hogar; pero se los descontaban del salario. Y él, lógicamente, necesitaba además el sustento económico.
En la filial universitaria le explicaban que su caso —inversión estatal por esfuerzo propio otorgada en 2007— no entraba entre los comprendidos en la Resolución del 10 de marzo del propio año, específica para las construcciones asignadas por la CTC.
El remitente se había dirigido al Gobierno municipal y provincial y esperaba respuesta de ellos desde hacía meses. Es padre de una niña de bajo peso con catarata congénita. Su esposa ha presentado problemas nerviosos.
A propósito del caso escriben Yudith Aguilera Serrano, directora del centro docente holguinero y otros directivos de la institución.
Refiere Yudith que Ernesto ya había sido liberado de sus actividades laborales de octubre de 2006 a febrero de 2007. A lo que se suma otro período sin carga de trabajo del 21 de mayo hasta el 31 de julio de este año.
«En el 2008 —detalla— tuvo 13 descuentos por ausencias autorizadas… Se consideran tres días de vacaciones en mayo, cuatro en julio y trece en agosto. En octubre presentó siete días de certificado médico.
«En el 2009 se descontó de su salario: en febrero por una llegada tarde; en marzo, cuatro horas por el mismo motivo; en abril una ausencia autorizada; en mayo, 13 días de licencia sin sueldo y ocho liberado por una carta del Consejo Popular donde planteaban que había sido afectado por el huracán Ike», argumenta la ejecutiva.
Por estas razones, sostiene Yudith, consideramos que no es verídico que el compañero no ha recibido ayuda. Tenemos obreros que también lo han hecho con esfuerzo propio y han seguido trabajando. Otros, con serios problemas de domicilio y personales, todavía no han tenido la posibilidad de entrega de materiales.
Incluso, a pesar de que Ernesto ha sido sancionado en dos ocasiones, la Dirección de su centro —en consulta con las instancias superiores— pretende contribuir a agilizar la culminación de su obra y las de los casos que se encuentren en similares circunstancias.
Al final de su carta, la directiva holguinera recomienda «al periodista a cargo de la sección», «verificar la autenticidad de la información que recibe en algunas ocasiones, incluso enviarla a las direcciones administrativas que como la nuestra son centros conocidos y reconocidos, para esclarecer los hechos, y después le corresponde a su instancia si amerita o no la publicación».
Y alerta Yudith, sobre las situaciones que al salir a luz pública «afectan la imagen» de la entidad.
Agradezco a Yudith su fundamentada respuesta y comento, una vez más, algo sobre las líneas finales. Ni el ritmo de trabajo de nuestra columna diaria, ni el volumen de quejas que recibe —más de 6 000 al año—, ni los principios de diálogo franco y constructivo que propugna, nos permitirían hacer una investigación de cada caso.
Antes bien, confiamos en la sinceridad de ciudadanos e instituciones. Cuando alguno de los dos «infla» las palabras, la siguiente respuesta se encarga de colocarlo públicamente en su sitio.
Nada afecta más la imagen de una institución que los silencios informativos. Cuando los rostros de entidades y personas se exponen, sin miedos, ante el cristal de la sociedad, el bienestar común crece. No hay que temer a los espejos, diría el maestro José Alejandro Rodríguez.