Acuse de recibo
Los consumidores tienen que andar a la viva y exigir sus derechos, frente a los estafadores. Hay que ir cerrándole el paso a los que dan gato por liebre y burlan nuestros bolsillos.
Por eso esta columna reflejó el 29 de julio pasado la historia de Jorge Castellanos: la noche del 25 de julio adquirió un pote de helado marca Nestlé en el Sylvain de 23 entre C y D, en El Vedado, en la capital. Y constató que era una falsificación, pues la tapa del mismo se cayó de solo tocarlo.
Le enseñó a la dependienta el pote de helado, ella se lo cambió por otro y él lo abrió. Fue cuando contrastó la diferencia de color. La invitó a que probara el original y el plagio, y así palpara el cambio en consistencia: el Nestlé auténtico es cremoso, el otro ni se sabía qué era. Jorge no podía saber dónde se produjo el engaño, pero de lo que sí está convencido es de que el fraude era «a lo descarado». Y concluía así: «¿Hasta cuándo se va a estar jugando con el bolsillo de los trabajadores?».
Ahora responde Ronald Meter Hoebecke, gerente general de la empresa mixta Coralac S.A., fabricante de los helados Nestlé en Cuba. Y aclara que el propio 29 de julio visitaron el Sylvain de 23 y C, donde se produjo un encuentro con el administrador y se procedió a la revisión de la nevera propiedad de Coralac S.A.
Allí se levantó un acta, al detectarse que en la nevera existían otros productos como cake, refrescos y jugos, «que no está permitido tener dentro de la misma, precisamente por atentar contra la calidad del helado que comercializamos, y violar lo dispuesto en nuestro contrato de suministro…».
Se verificó, agrega, la coincidencia de los números de lotes de los productos existentes en la nevera con los reflejados en las facturas elaboradas por los vendedores distribuidores en la venta del día anterior. Y se retiraron muestras del helado existente para analizarlos en los laboratorios. Y de ello resultó que existía correspondencia entre los valores de sólidos y grasas y las especificaciones de los productores, «lo que corrobora que el helado recogido en el punto de venta fue elaborado por nuestra fábrica, cumpliendo las normas de calidad exigidas; por lo que confirmamos que en ese momento no había productos adulterados en nuestra nevera».
Precisa Hoebecke que, en visita realizada al domicilio del denunciante, se le brindó una explicación de los procedimientos de calidad de la fábrica y la garantía que conceden a los consumidores con los productos. Pero no fue posible analizar el pote de helado adulterado. No estaba en su poder.
Manifiesta que en reunión con la dirección de Sylvain, esta reconoció que no corresponde a Coralac S.A. la responsabilidad de la venta del helado fraudulento.
Informa que antes de salir a la venta el producto, Coralac realiza un análisis en el departamento de Aseguramiento de la Calidad, mediante un dictamen que certifica que está listo para su distribución y comercialización y apto para el consumo humano.
«Para la empresa mixta Coralac S.A. —concluye— la calidad de nuestros productos, así como la salud e integridad de nuestros clientes, son los pilares fundamentales a la hora de fabricar nuestros helados. Para ello reflejamos en nuestros envases el correo electrónico y teléfono, para que nos contacten en caso de cualquier queja, sugerencia o incidencia que pueda ir en contra de la satisfacción del cliente».
Agradezco la acuciosa aclaración e interés tomado en el caso por Coralac S.A. Sería beneficioso que Sylvain respondiera entonces al respecto. Y si no se pudiera descifrar el eslabón del engaño, al menos el suceso pone en guardia a todos, y muy especialmente a los consumidores, que tienen que ser más activos y listos. Así como Jorge.