Acuse de recibo
Luis Rivero Pérez, director provincial de Servicios Comunales en Ciudad de La Habana, reconoce que son insuficientes los recursos asignados en el plan para la higiene de la capital, en lo relacionado con los medios de protección individual y de aseo de los trabajadores de esa actividad.
Rivero responde de esa manera a la queja en tal sentido de José Ignacio Dimas, trabajador de Higiene de Centro Habana, reflejada aquí el pasado 24 de marzo. El funcionario recalca que el pasado año se utilizó el 30 por ciento de la divisa recaudada por esa entidad en la atención al hombre; pero, aun así, no se cubren todas las necesidades.
Explica el directivo que existe déficit de carros «pickes» para la limpieza, como bien apunta Dimas. Y esto hace que haya que compartirlos en turnos alternos. En cuanto a los guantes de los barredores, «es cierto que no tienen calidad, y la entrega se realiza por actividad, para llegar a la mayoría, priorizándose las de mayor riesgo, aunque no satisface las necesidades».
Asegura que, ciertamente, hace dos años que no se les da botas a los barredores, por limitaciones en el plan asignado. Y admite que los instrumentos de trabajo escasean. No obstante, es prioridad de esa dirección adecuar la estrategia de las recogidas y prever afectaciones mínimas a los trabajadores.
En cuanto al aseo, precisa que existe una norma de entrega mensual que se cumple: un jabón de tocador, un jabón de lavar y un paquete de detergente, solo para los trabajadores directos de servicio y obreros.
Agradezco la respuesta realista de Rivero, que no levanta falsas expectativas. Si es imposible por ahora satisfacer en toda su magnitud los requerimientos de esos trabajadores tan importantes, que mantienen la higiene de la ciudad, con más razón se impone una mayor atención y superior reconocimiento a la labor que realizan.
Descontrol con las chequerasEl alerta lo encabeza Floirán Sánchez González, vecino de Línea número 4, en Gaspar, Ciego de Ávila; pero firman la carta también otros siete jubilados de esa localidad, quienes andan como en un terreno de nadie ante sus inquietudes.
Relatan los veteranos que para pagar gradualmente los equipos electrodomésticos sustituidos, mediante un crédito, el Banco de ese poblado les entregó las respectivas chequeras, con 12 cupones. Y ellos han ido solventando sus deudas mensualmente en la unidad de Correos.
Al realizar el último pago de la chequera, se dirigieron al Banco para solicitar la nueva. Y cuál no sería su sorpresa cuando les informaron allí que existen cupones que no han sido liquidados al Banco. Cupones que ellos sí han pagado; pero, según el Banco, aparecen como mensualidades atrasadas, por lo cual serán gravadas con recargo.
Hay chequeras hasta con tres y más mensualidades de atraso. «Al parecer, afirman los jubilados, es producto de un gran descontrol por parte de quienes tienen que llevar a feliz término esa importante tarea».
Aseguran los jubilados que han reclamado al Banco, a Correos y a otras instituciones, sin que se les haya dado una respuesta que satisfaga. «¿Quién tiene que dar solución —no respuesta— a nuestra situación?», cuestionan los firmantes.
Primero que todo, los jubilados, que de por sí perciben sus modestos ingresos con muchas tensiones y necesidades, no merecen que se les trate de esa manera, cuando han cumplido su parte. Lo segundo es que los descontroles en ma-teria económica y financiera son sumamente peligrosos. ¿Dónde está entonces el dinero que ellos han pagado y ahora no aparece en documentos?
Por la síntesis periodísticaAprovecho estos últimos párrafos para explicar un asunto que ha llamado la atención de algunos lectores. Como parte de un estudio y redimensionamiento de los espacios dentro de JR, varias secciones fijas y otros textos han reducido su extensión.
Cada línea, en una profesión marcada por la síntesis, es sagrada. Ese ha sido el emblema para acometer esta transformación. Por eso, los Acuse de miércoles y sábados retornarán a la medida de 80 líneas; lo cual no impide que cuando dispongamos de fotos o documentos probatorios para apoyar una queja, las publiquemos oportunamente. Al final, las esencias siguen siendo las mismas, en este sitio de periodismo compartido.