Acuse de recibo
Los festejos populares, tan expansivos, deben organizarse con urbanidad y orden público; sobre todo en citas trascendentales como el Festival Wemilere, que se celebra cada año en Guanabacoa, en la capital.
El 19 de junio de 2008, el lector Ubaldo Peña censuraba aquí la imprevisión de no situar, para el Wemilere de ese año, baños públicos en torno al parque principal de Guanabacoa; lo que provocó que ciertos participantes hicieran sus necesidades fisiológicas detrás de columnas, entradas de pasillos, escaleras y portales...
El 17 de diciembre de 2008 Tito Gutiérrez, presidente del Gobierno municipal, reconocía aquí el error de no haberse colocado baños públicos, y aseguraba que en 2009 se instalarían. También prometía que, en el futuro, el Wemilere se trasladaría a los alrededores del anfiteatro Rubén Martínez Villena de ese municipio.
Volvió Wemilere el 2009, del 23 al 27 de mayo. Pero con él, según nueva carta de Ubaldo, «la irritación, el enojo y nuevamente la vergüenza, al sentirnos engañados, al ver dos cosas: La primera es que se realizaba donde mismo dijo Tito que ya no se harían; y la segunda: que los tan publicitados baños rústicos eran apenas paravanes, pues no preveían la recolección de los desechos fisiológicos, sino que estos caían al pavimento y corrían por la calle».
Refiere que «el primer día situaron los baños a escasos cinco metros del portal central del Gobierno municipal. Luego los corrieron unos 15 metros más adelante, también vertiendo a la calle y corriendo loma abajo. A escasos 10-15 metros, parqueaban los vehículos de los diplomáticos asistentes al evento».
Precisa que solo el último día destaparon el registro del alcantarillado y los colocaron encima de este, pero el área que ocupaban los susodichos baños era tres veces superior a la del registro. Consecuencia: los orines corrían calle abajo.
Argumenta Ubaldo que para una gran afluencia de público, dos baños resultan insuficientes. Y ello ocasionó que se repitieran las mismas escenas, a pesar de que había una presencia notable de autoridades del orden público.
El colmo para Ubaldo es que el Wemilere culminó el miércoles en la noche, y no fue hasta la mañana del sábado que se desarmaron los baños: los transeúntes los seguían utilizando, a cualquier hora del día. Y la rejilla que hicieron para poner sobre el registro la dejaron abandonada en la calle, como si pensaran: Total, el año que viene hacemos otra.
Y como si fuera poco, cuenta que por estos días, con la celebración de la Semana de la Cultura de Guanabacoa, fue insultante presenciar cómo sobre el césped alrededor del busto a nuestro José Martí, allí en ese parque, amanecían tiradas, ya vacías después del festín, latas de cerveza, botellas de ron y cajitas de ron Planchao. ¿Qué diría el venerable Enriquito Hernández Armenteros, gran babalao y patriota de La Jata? ¿Habrá que invocar a los orishas?
Baja por reglamento, pero hubo erroresEl pasado 27 de marzo la joven Jacqueline Pérez, del municipio capitalino de Playa, se dolía aquí de sus frustrados intentos para estudiar Estomatología en dos ocasiones.
A propósito responde René Sánchez, director de Ingreso y Ubicación Laboral del Ministerio de Educación Superior, que en el curso 2004-2005, como estudiante de Licenciatura en Estomatología, Jacqueline suspendió cuatro asignaturas y causó baja por insuficiencia docente.
La Facultad hizo un análisis de los estudiantes suspensos en el curso, abunda, y en el caso de ella no fue aprobado el reingreso para repetir: «Lo establece el Reglamento del Destacamento de Ciencias Médicas, por tener cuatro asignaturas suspensas y malos hábitos de estudio, según comprobamos en los documentos de su expediente», señala.
También, a solicitud de la muchacha, se aprobó reorientarla para culminar los estudios de Técnico medio en Asistencia Estomatológica, que ella había iniciado anteriormente. Los concluyó, con derecho a optar por la Licenciatura en Tecnología de la Salud, perfil de Atención Estomatológica, en curso para trabajadores. Pero solicitó reingresar a la carrera de Estomatología, y la dirección de la Facultad desestimó su solicitud por lo ya contado.
Pero ella volvió a matricular el Curso de Superación Integral para Jóvenes, en otra escuela diferente a la anterior. Por esa vía obtuvo de nuevo la carrera de Estomatología, la cual matriculó en otra sede, porque para entonces la enseñanza de esa carrera se había descentralizado. Y en el acto de matrícula no declaró que antes ya había cursado parte de esa carrera en otra Facultad. Y es cuando la joven solicita la convalidación de asignaturas ya cursadas que se detecta su primera incursión por la carrera.
La investigación comprueba que la joven ingresó dos veces a la misma carrera por la misma vía. «Por ello —precisa—, en consulta con la Dirección de Ingreso Provincial, se adoptó la decisión de que no pudiera continuar los estudios, pues aunque hubo errores de procedimiento, estos no justifican las violaciones. Funcionarios de la Comisión de Ingreso Provincial y el Departamento de Ingreso del Instituto de Ciencias Médicas le informaron a Jaqueline, en presencia de su mamá, la decisión adoptada».
Aun así, afirma Sánchez que se cometieron errores en el caso, como el no exigir que la joven cumpliera con su compromiso laboral una vez concluido el Técnico Medio, en vez de ingresar nuevamente a la carrera de Estomatología. También el que le permitieran concluir el curso, aun cuando se había decidido que saliera de la carrera de Estomatología en su segunda matrícula. En tal sentido, informa que se tomaron medidas con los funcionarios responsables, pero no las precisa. Otro error, agrega, fue la demora en la respuesta definitiva a la reclamación. Al respecto, se tomaron también medidas con el funcionario responsable, pero tampoco Sánchez las define.
Al final, se reunieron con la joven y su mamá, y le sugirieron continuar la carrera universitaria de Licenciatura en Tecnología de la Salud, perfil Atención estomatológica, desde el puesto de trabajo que como técnico medio en la especialidad debe ocupar.
Transparencia, una premisa
Así como les solicitamos a nuestros lectores que en sus cartas cuenten las historias con precisión y claridad, sin ambigüedades; asimismo les pedimos a los representantes de las entidades aludidas que las respuestas cumplan los mismos preceptos.
Hay cartas de instituciones que no reflejamos en esta columna porque son un tanto oscuras y vagas. Por un principio elemental, lo que este redactor no comprenda diáfanamente, o alimente dudas y especulaciones, no puede trasladárselo como un fardo irresponsable a los lectores.
Por eso hay cartas que, aunque aparentemente cumplen con el principio de responder, no llegan a publicarse. La transparencia es una premisa de la comunicación.