Acuse de recibo
Útero salvado
Con dolores de bajo vientre, desesperada, llegó Naibel Suárez Izquierdo al Hospital Ginecobstétrico América Arias (Maternidad de Línea) en la capital, el pasado 3 de julio.
Naibel, quien reside en San José 917, entre Aramburu y Soledad, Centro Habana, cuenta que aquel día arribó a dicho centro asistencial acompañada de su esposo Jorge Félix Clavel, y luego de una prueba de embarazo y un ultrasonido, se sospechó un embarazo fuera de lugar. Y con una laparoscopía se confirmó el ectópico en el anejo derecho, un caso inusual.
«Según se comentaba —señala Naibel—, mi embarazo era el tercer caso de ese tipo conocido en Cuba hasta esa fecha. Esto me hacía la mujer más infeliz del mundo, ya que la solución era operarme y extraerme el útero, lo cual me privaba de tener hijos en un futuro. Supondrá cuánto sufrí, pero dentro de tanta tristeza y dolor, había esperanza».
Refiere Naibel que como el embarazo fue detectado a tiempo, le pusieron un tratamiento con Metotrexato, el cual reduciría el ectópico hasta hacerlo desaparecer. Ella estuvo alrededor de 17 días ingresada con pruebas y más pruebas de reposo y ultrasonidos, «hasta que se logró salvar lo que me hacía perder el sueño: el útero».
Ese útero, destaca la remitente, se salvó con el esfuerzo y empeño de los doctores que hicieron el milagro: «Doy mil gracias a Juan Vázquez, un hombre maravilloso al cual no tengo con qué pagarle; a la doctora Olmaris, a la doctora Sonia, a los enfermeros de la sala E y a todos los trabajadores del hospital que de una u otra forma me trataron y tendieron su mano para ayudarme», refiere.
Biviana Fonseca García, me escribe desde Callejón Los Mangos 89, La Yuca, carretera a Santa María del Rosario, kilómetro 5 y medio, en el municipio capitalino de Guanabacoa.
Refiere la remitente que en esa zona hay unos cuantos salideros que, por el volumen de agua que botan, pudieran abastecer unos cuantos municipios de la capital.
«Ya el agua da por los tobillos —señala—, haciéndose prácticamente imposible el acceso a las viviendas, destruyendo los zapatos. Los niños que pasan por ahí, se les mojan los pies».
Manifiesta Biviana que esos salideros se han reportado a Acueducto en Guanabacoa, y les han respondido que van a enviar un inspector y se va a priorizar. Pero tales despilfarros siguen impunes.
Mario Hernández Forte, vecino de calle Sexta, entre Narcisa y D, en el reparto María Cristina del municipio capitalino de San Miguel del Padrón, aborda un tema que, no por vinculado a la muerte, es menos importante para la vida.
Señala Mario que desde 1996, se le ha expedido en dos o tres ocasiones un Autorizo para sustituir la laja de su bóveda mortuoria familiar en el cementerio de Colón, por estar muy rajada la existente, ubicada en la siguiente dirección del camposanto: 504CC con VNE 37.00 y 26.30 (NE).
Como la tapa está rota, no se puede sepultar a nadie. Ya han fallecido varios familiares y no han podido ser enterrados en la misma por esa razón.
«Cada vez que me han entregado un Autorizo para adquirir una tapa nueva —apunta—, me han informado que hay que llamar por teléfono o ir al cementerio a preguntar. En este tiempo he ido y llamado más de 50 veces y siempre dicen lo mismo: «Por el momento no hay, siga llamando"».
Concluye Mario que el tiempo transcurrido, demuestra que «estas respuestas se han convertido en una burla, irrespetuosa e insensible. ¿Tendrá uno que preocuparse tanto hasta para morirse?»
José Morales, desde Bayamo 103, entre Barnada y Plácido, en Santiago de Cuba, escribe muy preocupado porque en esa ciudad están desapareciendo los estanquillos de correos que venden la prensa: el de Enramada y Reloj, el del 18 plantas y el de Ferreiro, son algunos ejemplos.
«Usted no sabe dónde comprar un periódico o revista; sin embargo, los encuentra en manos de revendedores, que cada día aumentan en cantidad y en los precios», concluye el remitente.