Acuse de recibo
Todo parece indicar que la señora Bertila Correoso, allá en El Cobre, Santiago de Cuba, ya deja atrás la pesadilla de seis interminables años, según la respuesta que brinda al respecto la ingeniera Lina Marín Benito, directora de la Unidad Provincial de Inversiones de la Vivienda (UPIV) en ese territorio.
El pasado 8 de julio, esta columna reflejaba la denuncia de Bertila, quien reside en ese poblado donde se alza el Santuario Nacional de la Patrona de Cuba. Luego del paso del huracán Michelle, se tomó la decisión por las autoridades locales de demoler cuatro viviendas situadas en una misma edificación de madera, entre ellas la de Bertila.
Entonces, les recomendaron a los afectados que se albergaran provisionalmente, por su propia cuenta, en casas de familiares o amigos, pues la ejecución de las nuevas casas duraría apenas unos tres meses.
Pero las cuatro familias, a pesar de las continuadas reclamaciones, vieron pasar años sin que nada se hiciera.
Fue unos tres meses antes de que Bertila me escribiera, cuando al fin el contingente Tony Alomá reemprendió la obra aletargada, y prácticamente ya en los finales, faltaban entonces las instalaciones hidráulicas y la cablería eléctrica; la pintura no alcanzaba. Después de tanta espera, un final agónico que se dilataba... ¿Hasta cuándo?
A propósito, precisa la directora de la UPIV que de las cuatro casas, ya dos están totalmente concluidas, y a las dos restantes —entre ellas la de Bertila— solo les falta la instalación hidráulica.
Pero al verificarse el caso en el departamento de Construcciones del municipio Santiago de Cuba, se comprobó que ya los módulos hidráulicos habían arribado a la provincia, y fueron entregados a los constructores, que son los encargados de colocarlos y darles terminación en las dos viviendas pendientes.
Agradezco la respuesta de la directora, pero lamento que no se haya explicado por qué esas familias, damnificadas de un huracán por demás, tuvieron que esperar, sufrir y reclamar durante seis años por lo que, según las promesas hechas, duraría apenas tres meses.
La segunda respuesta de hoy la envía Lázaro Socarrás, jefe del departamento de Supervisión de la Sucursal Ciudad Habana Centro, de la Corporación CIMEX, a raíz de la queja de Aleida Bertot, reseñada aquí el pasado 15 de agosto.
Entonces, Aleida contaba que el 3 de junio de 2007 adquirió dos pares de tenis para su hermano de 76 años, al precio de 17,15 CUC cada uno, en la Tienda Panamericana de Línea y 12, en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución. Y tres semanas después, comenzó a levantarse el material que recubre ese calzado. Ya las suelas estaban despegadas.
La clienta consideraba una falta de respeto vender productos en esas condiciones, que llevan mucho tiempo almacenados y sin la calidad requerida, a precios elevados.
A propósito, aclara Socarrás que el mismo día de publicarse el caso, se dirigieron al domicilio de Aleida, con el propósito de reintegrarle el dinero y recoger los dos pares de tenis. La consumidora solo quiso que se le devolviera el importe de un par, pues el otro, al no presentar problemas, no lo devolvió.
Manifiesta Socarrás: «Desde el año 2004 hasta la fecha se han vendido en nuestras unidades que comercializan ese calzado, 560 pares, a 17,15 CUC. Y de ellos, esta es la primera reclamación que recibimos por mala calidad. Este es un calzado que tiene buena salida y buena venta. Además, no se almacenan cuando se reciben, por lo que no existe historia de mala calidad ni rechazo».
Subraya que la clienta quedó satisfecha con el trato recibido y la rapidez con que se solucionó el asunto. Y enfatiza que esa sucursal le presta especial atención a las quejas de sus clientes. Por ello agradecen que se las hagan llegar: ya sea por vías como esta o por las que tienen en las unidades para hacer prevalecer la protección al consumidor.