Acuse de recibo
Aquí, entre las cartas, hay que reciclar constantemente la capacidad de asombro ante la irresponsabilidad y la sinrazón que sufren ciudadanos como Socorro Aracelia Baldaquín Calderón, una señora de 75 años que reside en calle 47 número 6409, entre 64 y 2NE, en la ciudad de Cienfuegos.
Socorro Aracelia realizó una ampliación constructiva en su casa, y para legalizar esa modificación, en agosto de 2006 entregó la propiedad del inmueble a la jurídica de la Dirección Municipal de la Vivienda. Pero en el trámite, cometieron un error al estampar la dirección del domicilio, y allá tuvo que volver Socorro Aracelia con la propiedad, para que enmendaran el yerro. Se la entregó a la jurídica de nuevo, y le dieron una tarjeta, con la cual le entregarían la propiedad a los 40 días.
Transcurrido el tiempo, la señora fue, y para sorpresa suya, le comunicaron que el documento de marras no aparecía. Debía volver otro día. Así lo hizo, y la respuesta fue la misma. Así la citaban una y otra vez, hasta que en la ¡décima! ocasión dieron el veredicto final: se había extraviado la propiedad de la casa.
Deprimida, Socorro Aracelia solicitó una entrevista con el director. Y como si fuera poco, le comunicaron que no tenían, pues lo habían «trasladado» de allí por mal trabajo. Debía esperar a que la plaza fuera ocupada nuevamente.
Mientras tanto, la señora sigue en ese compás de espera, viviendo como una ilegal, y preguntándose hasta dónde y hasta cuándo hay que sufrir la irresponsabilidad. ¿Nadie allí puede atender ese problema? ¿Hasta dónde pueden llegar el desentendimiento y la insensibilidad? ¿Quién exige cuentas por tal proceder?
Eric Sierra Casteleiro escribe en nombre de las cuatro familias que viven en calle Habana número 214, entre Tejadillo y Empedrado, La Habana Vieja. Cuatro familias afectadas por la dejadez de una entidad.
Resulta que en los bajos de esa edificación hay un almacén que pertenece a la Dirección de Deportes de ese municipio. Y la entidad lo mantiene cerrado, y en pésimas condiciones higiénicas y constructivas. En estos momentos está anegado por aguas albañales. La cisterna del edificio está contaminada y peligran el registro donde están las tuberías del agua potable desde la calle al inmueble, así como la cuadra entera.
Asegura Eric que los vecinos han hecho sus trámites, y Deportes manifiesta que no tiene recursos para acometer la reparación. Pero tampoco accedió a las gestiones hechas con el Consejo Popular, para que lo cediera a un organismo que sí lo quería reparar. Ni resuelve, ni deja resolver. ¿Por qué?
Denia García Ronda, vecina de calle 8 número 410, entre 17 y 19, Vedado, Ciudad de La Habana, denuncia en su carta que el nuevo método de recoger con palitas mecánicas la basura y los desechos que irresponsablemente se vierten fuera de los contenedores, está dañando las aceras y los parterres de ese municipio.
Denia ha hecho todo un inventario: en las esquinas de 19 y 10, 19 y 8, 19 y 6 y de 19 y 4, la acera ha perdido la mitad de su anchura y los parterres son verdaderas furnias, que además, incitan a llenarlas de basura nuevamente; a más de los daños al ornato y al urbanismo.
No es la primera queja sobre las secuelas de las palas mecánicas. ¿Qué responde Servicios Comunales?
Y desde el edificio 53, apartamento 48, en el reparto Julio Antonio Mella, en la ciudad de Camagüey, Pedro Medina refiere que al inicio del período especial, las hermosas áreas verdes que rodeaban los edificios de esa urbanización —construida por la Revolución— fueron convertidas en sembradíos y corrales para cerdos por los propios vecinos.
Y todo ha quedado así: cuartones de siembras y cochiqueras junto a los edificios. Hedores y molestias, pero las autoridades correspondientes no restablecen el orden, la limpieza y la higiene ambiental. «¿Quién pondrá freno a esta situación?», pregunta el lector.