Acuse de recibo
«Creo que allí hay algo que no está funcionando bien», se olía Annia Aymerich el pasado 12 de julio en esta sección, al denunciar irregularidades en la cafetería Víazul, de Palmares, frente al Zoológico de 26, en la capital.
Entonces Annia contaba que el 16 de junio almorzó allí, y le extrañó que no tuvieran carta-menú. Se atuvo a los precios de varios platos referidos por la dependienta. Y el 24 de junio retornó. Tampoco había carta, y ya los precios eran otros, mucho mayores.
El caso se esclarece ahora con la respuesta de Pablo Rafael Vázquez, director de la Unidad Económica Básica Víazul, de la Sucursal Centro de Palmares, entidad a la que está subordinada la cafetería.
Refiere Pablo Rafael que, a raíz de lo publicado, pudieron constatar con Annia, y con su hermana Nayle, quien la acompañaba la primera vez, lo referido en la misiva. Y de acuerdo con la descripción hecha de la dependienta que las atendió en ambas ocasiones, pudieron identificarla.
Los directivos le mostraron que sí existen las cartas-menú en la cafetería, y le explicaron «que fue una indisciplina grave de la dependienta, por la cual sería analizada y tomarían la medida correspondiente ante tal falta de ética».
Revisaron la carta-menú y comprobaron que algunos productos ofrecidos la primera vez estaban por debajo del precio oficial; otros por encima y algunos coincidían.
La dependienta asumió la responsabilidad del hecho, aunque argumentó que «pudo haber pasado en la premura de querer atender a varios clientes en el menor tiempo posible».
Precisa Pablo Rafael que a la trabajadora se le aplicó una medida disciplinaria consistente en el traslado a una plaza de menor calificación y remuneración durante un año. A la jefa de brigada se le sancionó a 30 días de separación de su puesto de trabajo, por no exigir el uso de la carta. Y al administrador de la cafetería, una amonestación pública, «por ser el máximo responsable de la instalación».
También nos escribió Ángel Luis Hernández, director general de la Sucursal Centro de Palmares, quien manifiesta que «es muy lamentable que ocurran hechos como este, que empañen el prestigio del colectivo de trabajadores de nuestra sucursal. Estas actitudes son repudiadas por todos, y los que incurran en ellas serán sancionados con severas medidas».
La segunda carta es la respuesta de la doctora Enrietta A. Callaba, directora de la Empresa Provincial Minorista de Medicamentos del Este, de Ciudad de La Habana, a la queja de la lectora Alicia Seoane, del reparto Guiteras, en el municipio capitalino de La Habana del Este, reflejada aquí el pasado 7 de marzo.
Alicia contaba que la farmacia de su área, ubicada en los bajos de uno de los 12 plantas del Guiteras, presentaba serias filtraciones y problemas con la fluctuación de su fuerza de trabajo. Por las filtraciones, fue trasladada a un pequeño consultorio médico. Y tiene problemas en el servicio, las colas son infinitas a cualquier hora del día o de la noche.
Responde la doctora Callaba que, de acuerdo con encuestas, el grado de insatisfacción de la población aumenta desde que se decretara el cierre de la primera instalación, porque las aguas albañales comprometían el estado técnico de los medicamentos y la salud de los trabajadores. La única alternativa que se les dio fue el traslado para el consultorio.
Precisa que conocen bien el estado de opinión al respecto, también por la inestabilidad laboral de los empleados, como consecuencia de las pésimas condiciones de trabajo. Y a ello se suma la premura con que tienen que sustituir dependientes. Pero no pueden aplicar aumento de plantilla, por las reducidas dimensiones del local.
No obstante, a esa farmacia se le está dando un seguimiento diferenciado. Y las variantes de solución serían: que se repare el 12 plantas y así pueda recuperarse el inmueble original, o que el gobierno local les entregue un local que reúna el mínimo de condiciones para adecuarlo como farmacia. Mientras, recalca la doctora, a ellos les corresponde ir dándoles solución a los problemas subjetivos que ocasionan quejas en la población.