Acuse de recibo
Huecos en casi todas las calles, salideros, fosas desbordadas... así describe el panorama del reparto Guiteras, en el municipio capitalino de La Habana del Este, la lectora Humbelina Pernas, vecina de calle 16 número 9406, esquina a Segunda, en esa localidad.
Humbelina significa que esa hermosa urbanización, nacida en los años 50 y a la que soñaban con llamar La Flor del Este, ha crecido considerablemente sin que al propio tiempo se haya mantenido un proceso inversionista en la ampliación del alcantarillado. Y a ello se le une el deterioro acumulado de sus arterias. Solo se repara alguna que otra avenida principal de vez en cuando.
Significa la señora que tantos huecos en el pavimento se llenan de agua cuando llueve y llegan a convertirse en nocivos focos de insalubridad. Y si a ello se suman los vertimientos de albañales que pululan, la situación se hace insoportable.
Humbelina señala como antológica la fosa del edificio 9666, de Avenida Segunda y calle 16, frente por frente a su casa, precisamente en el sitio donde los abuelos se ejercitan en el Tai chi. Y también la que campea por el costado de su vivienda. Los compañeros de la campaña contra el mosquito van, revisan, se llevan muestras, pero no pasa nada.
También la fosa de la escuela primaria Comandante Fajardo está reventada.
Denuncia Humbelina que la conductora del alcantarillado alrededor de su casa está rota, pues los camiones de la base de CUPET aledaña la han destrozado en su trasiego con las «calabacitas» de combustible.
En fin, que la señora considera que debe atenderse un poco más, dentro de las posibilidades, la situación de ese reparto. O de lo contrario la infraestructura de calles y redes hidráulicas seguirá deteriorándose más, si no es que ya está en estado de gravedad.
La segunda misiva de hoy la envía un grupo de vecinos de la calle Candelaria, entre Pezuela y Cortina, en el pintoresco barrio marinero de Cojímar, también del municipio de La Habana del Este. María Galloso encabeza la lista que también suscriben Andrés González, María Ela, Nancy Hernández, Ariel García, Camilo Romero, Perla Aguirre, Concepción Torres y Aram García, entre otros.
Ellos lanzan un angustiado SOS por la falta de agua total en esa cuadra desde hace más de cinco meses, sin que esa comunidad de vecinos haya visto ni la solución por parte de Acueducto en el municipio, ni haya recibido una respuesta al respecto, mucho menos la visita prometida ni la presencia de un representante de esa entidad en las asambleas de rendición de cuentas del delegado. Y ante tanta desatención, ellos conjeturan que tiene que haber una incorrecta y anárquica manipulación de válvulas, pues en otras zonas de Cojímar, aun con dificultades y no todos los días, el agua llega por lo menos una que otra vez.
«Algo está sucediendo cuando ellos ocultan su cara ante la población, cuando no quieren hacerle frente y explicar la raíz del problema», sostienen los firmantes.
La tercera carta ya llueve sobre mojado en cuanto a la recurrencia de un problema muy serio y muy planteado en esta sección, y que nunca ha tenido una respuesta integral y abarcadora: la inestabilidad en el suministro del yogur de soya que consumen muchos niños.
Neida M. Cáceres Díaz, vecina de 64-A, número 2308, entre 23 y 25, reparto Buenavista, municipio capitalino de Playa, refiere que en los llamados «puntos de venta» de esa demarcación es muy irregular el suministro de ese alimento tan socorrido para el desayuno infantil.
La remitente considera que algo que está normado, y sustituye la leche para los niños de siete años en adelante, no puede estar sometido a impredecibles circunstancias. Y solicita una explicación detallada de por qué no puede respetarse el ciclo de distribución.
«¿Qué padres trabajadores pueden estar al tanto de cuando llega el yogur?, pregunta Neida. E inquiere más, lanza una recta directo a la responsabilidad de los productores, solicita saber por qué no puede este alimento tener un ciclo de distribución serio y estable.