Acuse de recibo
OSMAR Soria Garbey leyó el pasado 12 de enero en el periódico Granma que, luego del favorable régimen pluvioso de 2006, las presas santiagueras se encuentran al 98 por ciento de su capacidad. Y no pudo entender nada, porque los grifos de su casa siguen secos, como en aquella prolongada sequía de años atrás.
Osmar reside en calle Primera de Jiménez 22, altos, entre Quinta y La Ceiba, en el reparto Jiménez, de la ciudad de Santiago de Cuba. Y allí en su barrio, la nota periodística concitó más especulaciones...
Refiere el lector que el ciclo de entrega de agua, que antes era cada siete días, hoy es cada nueve y a veces más. Cuando existe afectación por roturas en las tuberías principales o secuencias de abastecimiento, la solución del problema se prolonga excesivamente. Pero, una vez resuelta la afectación, asegura, las zonas afectadas se pueden ver privadas del servicio por espacio de una semana más, pues hay que esperar que toque el ciclo.
«No se hace uso del servicio de pipas para los casos de afectaciones —señala—. Como ejemplo, el pasado 14 de enero hacía 11 días que no llegaba el agua a mi reparto, lo cual no ocurría ni en época de sequía».
Lo peor de todo es que «cada vez se hace más difícil para el ciudadano común obtener la explicación de las causas», manifiesta Osmar. Y esa es otra «sequía» mucho más devastadora: la falta de información a las personas acerca de los problemas que gravitan sobre sus vidas cotidianas.
«Confiamos en que por esta vía —concluye Osmar— podamos obtener una respuesta que ayude a enfrentar los estados de opinión desfavorable que existen, y la consecuente irritación popular. En Santiago de Cuba abunda el agua, pero mucho más la lentitud para resolver que llegue».
Pero en la Ciudad de La Habana, específicamente en el Consejo Popular Dragones, de Centro Habana, flota también la incertidumbre de la desinformación. Lo atestigua en su carta Alina L. Diago, vecina de Laguna 312, entre Gervasio y Escobar, en ese municipio.
Cuenta Alina que en mayo de 2006 se convocó a la población de esa zona a que solicitara el servicio telefónico mediante las planillas. Luego se informó que en agosto de ese año se revelarían los listados con los nombres de las personas a quienes se les había asignado teléfono. Los mismos, al fin, se mostraron el 1ro. de septiembre. Pero todavía el 15 de enero de 2007, cuando la lectora me escribió, no se había instalado ni un solo teléfono en ese barrio.
«Hemos hecho indagaciones hasta con los mismos compañeros de ETECSA y nadie sabe darnos una explicación —apunta—. Nadie informa nada, nadie sabe nada. ¿Hasta cuándo tendremos que seguir esperando?», pregunta la remitente.
Bastante cerca de Alina hay otra mujer muy disgustada por un soberano engaño de color naranja del que fue presa fácil: Alba R. Fajardo Oliva.
La víctima, quien reside en Estrella 458, entre Gervasio y Belascoaín, en Centro Habana, adquirió el pasado 8 de enero, a las 7:45 de la noche, una botella grande de refresco de naranja Ciego Montero, al precio de 1,65 CUC, en El Potín de Línea y Paseo, en el Vedado.
Cuando Alba llegó a su casa y lo abrió, estaba la prueba de la estafa: el contenido era refresco Drinki en polvo disuelto en vaya a saber qué agua. Lamentablemente, la remitente no retornó a reclamar al escenario de la imperdonable treta, pero ahora solicita que revele esta vergonzosa artimaña, para que la entidad correspondiente depure responsabilidades. Respeto para el consumidor cubano. No digo más.
La cuarta misiva la envía el director de Radio Rebelde, Gerardo Calderín, quien me ruega que haga saber a todos nuestros lectores que a partir de ayer, el popular programa de opinión Hablando Claro, de esa emisora, que se transmite de lunes a viernes a las 12:15 p.m., se retransmite a las 2:15 de la madrugada en el espacio A esta hora, de ese mismo medio radial. Un «comercial» a un hermano colectivo empeñado también en deshacer entuertos.