Acuse de recibo
Sí, con las preocupaciones que vierten aquí los consumidores acerca de muchas desprotecciones y olvidos para con ellos, podrían repletarse muchas mochilas y bolsos de los que produce la Empresa de Talabartería Thaba.
El pasado 1ro. de septiembre esta columna reflejó el disgusto del matancero Joel Almeida Expósito, acerca de lo que él consideraba un problema de «falta de respeto al pueblo» en cuanto a la calidad en las mochilas Thaba, que se venden en el comercio minorista en divisas. En tres ocasiones el hombre le había comprado un artículo de tal marca a su hijo para la escuela, y ya a los pocos días de uso, hubo que empezar a remendarlas, porque se deshacían.
Ahora responde Obdulio Rodríguez, director general de Thaba, quien señala que el pasado 2 de octubre visitaron en Matanzas la casa de Joel para esclarecer el asunto. Y solicitaron a la familia les entregara el artículo para ser evaluado por la Dirección Técnica de la empresa: ciertamente, la mochila estaba en tal estado de deterioro, que la invalidaba para su uso, por lo cual les entregaron una nueva.
Comprobaron que pertenecía al lote M-639/05, —927 artículos— que fue comercializado, en marzo de 2006 en Pinar del Río, Ciudad de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba. Las vendidas en Matanzas fueron a BISART de Varadero, donde la adquirió Joel. «Este establecimiento da comprobantes de compra a sus clientes para que puedan, en un término de 72 horas, reclamar cualquier problema de calidad que presenten nuestros productos, asevera. Lo anterior es posible por lo establecido en nuestra política comercial de retirar del mercado todo producto que presente mala calidad».
Agrega que en las investigaciones en las siete provincias donde fueron vendidas las mochilas, no se conocieron otros casos de roturas. Y las pruebas de laboratorio demostraron que el tejido de la mochila del hijo de Joel había sufrido una gran degradación de sus parámetros técnicos, «lo que nos demuestra que la misma fue sometida a una explotación no adecuada a sus características de diseño».
El director reconoce que existe una «deficiente información al consumidor por parte de nuestra empresa sobre el uso al que deben ser sometidos nuestros productos, y qué debe hacerse para alargar la vida útil de los mismos». También acepta autocríticamente que es pobre la información que ofrecen a los consumidores respecto a sus derechos de establecer reclamación ante los problemas de calidad que puedan presentar los productos de Thaba, y asegura que, teniendo en cuenta estas insuficiencias, a partir del próximo año 2007, las producciones de Thaba se situarán a la venta con esas informaciones para el comprador; al tiempo que agradece les hagan llegar las fallas de los productos que ellos fabrican y de su sistema de comercialización, como una vía para elevar la eficacia de esa organización industrial.
Agradezco al director general su carta y el enfoque autocrítico que la caracteriza. Sus propios reconocimientos y aseveraciones son elocuentes de lo que pueden estar meditando Joel o cualquier otro comprador: el asunto no está en retirar del mercado un producto por falta de calidad, sino en evitar que este llegue al mismo. En este caso, según Obdulio, el asunto no es de calidad, sino de información de las características del producto. Es que el posicionamiento del mercado entraña una responsabilidad muy grande con los consumidores: si no se especifican las propiedades y posibilidades de la mercancía, el comprador no advertido puede pensar que le venden gato por liebre. Que lo engañan.
Así debe sentirse Gerardo González, quien me escribe desde el edificio 23, apartamento 21, en la Zona de Desarrollo del habanero Güines: el 20 de octubre su esposa adquirió en una tienda de recaudación de divisas de esa localidad unos tenis por valor de 1,30 CUC, para la educación física del hijo.
Y la suela se rajó el propio día del estreno. Le compraron otros, con precio algo mayor, 2,30 CUC, y se repitió la historia. Él lo considera una estafa. Si estaban vencidos, había que especificarlo. Un par de zapatos no puede servir solo horas, por muy baja que sea la calidad. ¿Por qué se producen o se importan?, pregunta y sigue preguntando: ¿Es para obtener ganancia a cualquier costo? Recuerda al Che: «La calidad es el respeto al pueblo».