Acuse de recibo
El 14 de octubre este espacio reflejó las tribulaciones de Carmen Arrechea Gámez, vecina de Zequeira No. 355 interior, e/ Patria y Lindero, municipio capitalino de Cerro.
Ella y sus vecinos habían perdido el sueño con un poste telefónico situado en la cuadra, el cual llevaba dos años amenazando con caer y poniendo en riesgo la seguridad de los tran-
seúntes y, en especial, de los menores que jugaban debajo de él.
Al referirse a los continuos reportes sobre el problema, formulados durante largos meses ante varias oficinas de ETECSA, y que nunca condujeron a la esperada solución, la remitente se preguntaba: «¿Dónde está la sensibilidad de todas esas personas que han sido partícipes de esa información y nada han hecho?»
Ahora responde Hilda Arias Pérez, Directora Comercial y de Mercadotecnia de ETECSA, quien nos informa que «investigados los argumentos de la reclamante, el Centro de Negocios Príncipe procedió a ejecutar los trabajos de reconstrucción del poste, los cuales quedaron culminados el día 16 de octubre de 2006».
La funcionaria añade que el poste de marras «presentaba un aterramiento perteneciente a la Empresa Eléctrica y no correspondía a ETECSA la reparación del mismo, aunque sí las distintas unidades de la Empresa que en su momento recibieron la queja, debieron canalizar la misma en coordinación con las entidades involucradas, en aras de dar una solución definitiva. ETECSA lamenta las molestias ocasionadas y le agradece a Carmen Arrechea por brindar la información que nos permitió solucionar este problema».
Y la segunda carta de hoy pertenece a Alberto Ferrer, trabajador de la Empresa Cárnica de Guantánamo.
Hace unos días él estuvo en el poblado de La Boca, en Trinidad, y pudo conocer la Finca Maisinicú y con ello la vivienda de Alberto Delgado Delgado, aquel legendario combatiente de la Seguridad del Estado. Con la visita, explica, «reafirmé los conocimientos que poseía acerca de este combatiente de la Revolución y de la lucha contra bandidos en el Escambray».
La carta contiene diversos elogios para los trabajadores de la instalación, a quien el lector denomina «personas sin igual, que nos atendieron y explicaron cosas bellas y casi desconocidas de Alberto Delgado. Quiero resaltar con la ayuda de ustedes la labor que desempeñan estos jóvenes, su conocimiento, su amabilidad y cuánto me enseñaron... Para ellos y para las autoridades de Trinidad nuestra felicitación».
La carta de Alberto me hizo recordar a Silvio Rodríguez, quien por los 70 del siglo pasado, en una canción inolvidable, llamó «hombre sin rostro» al hombre de Maisinicú. Qué bueno es —me digo yo— que esos jóvenes a quienes conoció el lector sean el rostro multiplicado del héroe.