Acuse de recibo
Lorayne Guerrero Tamayo encontró un tesoro casi olvidado. Y generosa al fin con las privaciones de muchos «menesterosos», quiso compartirlo en esta columna.
La lectora, quien reside en calle Arencibia, Bloque 8A, apartamento 3, en la localidad capitalina de Managua, cuenta que recientemente su esposo la convidó a tomarse un helado en la famosa heladería Coppelia, en el mismo corazón de la ciudad. Y se dirigió hacia allí con no pocas suspicacias...
Cuando llegaron a lo que alguien un día denominó «Catedral del Helado», y se posesionaron de un espacio en la planta alta, sobrevino el susto. La dependienta les atendió con gran gentileza. Y cuando les trajo el pedido, pronunció las mágicas palabras: «Que les aproveche...».
Lorayne y su esposo se miraban asombrados, como si viajaran al sitio de las utopías.
«Ella era una especie en peligro de extinción», sentencia la remitente. De súbito, Lorayne le solicitó el nombre, como para retener una frágil evidencia, una suerte de efímera crisálida. La cordial camarera se llama Yilevit Jiménez. Y Lorayne hace votos porque perdure ese tesoro en ella, y no se extravíe en los desgastes cotidianos del mostrador.
Agradezco a Lorayne esta sencilla anécdota que trasunta el sabor perdido de la amabilidad. Ya casi es noticia la exquisitez. ¡Que les aproveche este gustazo...!
Quizá la anterior historia sirva de paliativo a Pablo Carbonell, quien vivió una experiencia desagradable recientemente.
Carbonell, quien reside en calle 41 número 3409, altos, entre 34 y 43, en Kholy, municipio capitalino de Playa, cuenta que llevó a su bebita de 18 meses al parque infantil situado dentro del parque Kholy, en 34, entre 41 y 36. Y lo califica de «desastre», por lo deteriorado y sucio que está.
«Rejas rotas, muros tumbados, puerta sin cierre, columpios, tiovivos y cachumbambés hechos talco»: así grafica su denuncia. Y precisa que no tiene guardaparques. En la misma área del parque infantil, pululan los excrementos y orines, junto a preservativos usados, como esquirlas de nocturnos desafueros.
Y este padre se pregunta si podrá reivindicarse el parque infantil, para que los primeros pasos de su nena y de muchos otros niños no estén marcados por la desidia.
La tercera misiva la envía Abel García Vilau, de Antonio Rubio, edificio 237, entre Avellaneda y Coronel Pozo, Bloque 2, apartamento 10, en la ciudad de Pinar del Río.
Abel relata que, como parte de la celebración del Salón de la Plástica en varias instalaciones de esa ciudad, el pasado 20 de octubre se exponía en la Casa de la Cultura Comunitaria una muestra de arte naif, esa visión popular e ingenua de creadores casi silvestres. Y no había custodio ni empleado alguno en el salón aquel, casi en penumbras. Eso no sucedía con las exposiciones de pintores renombrados. Y Abel lo valora como una subestimación al talento de esos creadores.